Veintitrés años después de pasar por un País Vasco en el que germinaba la semilla de la guerra sucia, el periodista Julio Gálvez, alter ego de Jorge Martínez Reverte, regresa a aquellas tierras enardecidas ahora por el nacionalismo. Gudari Gálvez (Espasa), sexta entrega de las aventuras de este personaje, vomita desde la primera página ironía, sarcasmo y humor con ribetes de negrura, las armas del autor para denunciar la asfixia del mundo aberzale y la resistencia de los que no son nacionalistas.

El periodista y escritor estuvo pensando en situar la trama en Cataluña. "Aunque por suerte no hay violencia, sí hay muchos componentes similares; por ejemplo, existe presión social de algunas señas de identidad nacionalistas", afirma y reconoce que el humor le permite "suavizar" la descripción de lo que pasa en ambas comunidades.

Desde el comienzo de la narración, Reverte (Madrid, 1948) deja claro sus intenciones, que en el personaje no son otras que escribir un artículo sobre los ritos funerarios ancestrales en el País Vasco y Cataluña. La condición madrileña de Gálvez, su trato con los taxistas catalanes y una esperpéntica charla en el F²rum en el que dos conferenciantes nacionalistas exigen que España pida perdón por el bombardeo de Gernika y la muerte de Lluís Companys, son el aperitivo de una trama que disecciona los aspectos más extravagantes de los nacionalismos.

La acción transcurre en los meses posteriores al cambio político de marzo del 2004 y en el contexto de la movilización aberzale a favor de la negociación con ETA. El protagonista es Peter, un hijo de antigua novia de Gálvez.