Adolescente, visceral y rebelde, el Dom Juan de Molière abre mañana el festival de teatro clásico y lo hace de la mano de Santi Senso, el actor que se reencuentra con Cáceres para comer del fruto prohibido.

--Su singular Dom Juan de Molière abre este año el festival de teatro clásico de Cáceres...

--Así es. La singularidad radica en que únicamente el criado, Francisco Blanco, y yo, somos actores de lengua materna. Los demás son franceses al ser una coproducción del Mois Molière de Versalles y el Festival de Teatro Clásico de Cáceres.

--Es un Don Juan diferente...

--Es una apuesta que el director francés Jean Daniel Laval ha trabajado al más puro estilo Molière, no utiliza música, no utiliza pausa dramática...

--No es un Don Juan reflexivo...

--No es un Don Juan reflexivo ni inteligente ni racional. Es visceral, adolescente, rebelde. Le mueve mucho todo lo nuevo porque todo lo nuevo le seduce y le causa placer.

--¿Entonces es un Don Juan seductor?

--No va ni de seductor ni de galán. Ha roto con el típico Don Juan. Aquí busca la seducción y hasta la muerte le pone. Trabaja el placer desde la rebeldía.

--¿Cómo se ha preparado para este papel?

--Me han ayudado mucho Greg Bédès, Javier Varela, Ana Magán, Isabelle Sakena, Miriam, Lucrecia y Alberto Amarilla. A nivel musical he contado con el apoyo de la profesora cacereña Ana Tejado porque al no haber música hay piezas en la obra que tengo que cantar yo. Todos ellos me han dado un carácter del Don Juan.

--¿Y qué tienen que ver las manzanas con todo esto?

--La manzana es lo prohibido, es la sensualidad, la seducción...

--Vamos, que este Don Juan come de lo prohibido...

--Sí. Va siempre a todo lo que le causa placer. Va a por el deseo sin miedo, a por la diversión. No es un Don Juan odioso ni autoritario, es culto e inteligente. Actúa sobre la rebeldía y va siempre a por lo nuevo. A la vez es un Don Juan muy honesto con sus sentimientos. Piensa que todo lo que hace está bien, porque no se juzga, porque cree que no hay nada malo en que cada cual cumpla sus deseos.

--Es la primera vez que actúa en el festival de su ciudad ¿qué significa para usted?

--Es muy importante para mí. Nunca he actuado en la parte antigua y siempre había pensado: ¡Jóder, me encantaría poder dejar aquí mi voz, mi olor! Y ahora va a ser posible. Es un reencuentro generoso y en todos los reencuentros aparecen los sentimientos. Es un reencuentro con el gran público, con mis amigos, con mis compañeros. Y en este tiempo de creación he tenido muy presente a mis padres porque han sabido muy bien qué no decirme para que yo eligiera mi camino. Hay que hacer y no decir, y las obras deciden mejor que las palabras , dice Don Juan, y eso es muy de mis padres.

--Además actúa en el veinte aniversario del teatro clásico...

--Sí... en el xx.

--XX, como los célebres dos rombos de la tele, de aquellas pelis prohibidas de la infancia...

--Pues sí, justamente el Don Juan encarna lo prohibido. Y eso tiene algo de mí...

--¿Es que a usted le gusta también lo prohibido?

--Voy a lo prohibido y si me gusta lo cojo y si no me gusta, lo dejo. Y el Don Juan es así.

--¿Pero este concepto de Don Juan es contemporáneo?

--Claro que sí, sobre todo en la rebeldía de hoy en día del ser humano. También en la seducción.

--Dicen que de los tres Don Juanes : el de Zorrilla, el de Tirso y el de Molière, éste último es el Don Juan más hipócrita...

--No trabaja la hipocresía aunque la gente lo vea así. Por eso es tan actual. Va con la cara al descubierto: quiero esto, deseo esto y lo voy a conseguir. No cree en la religión, le da igual el cielo, aunque eso sea una deshonra para su familia y afecte a su círculo de amigos. También tiene un gran problema: nunca se va a poder enamorar. Y eso es una gran frustración para el ser humano.

--Bueno, ¿pero en algo le parecerá Don Juan detestable?

--No. La figura del Don Juan me parece admirable y a seguir porque es valiente, porque cumple sus deseos. Cuando no le interesa algo, se marcha. ¿Y quién es el valiente, y quién se da el permiso para complacerse a sí mismo?, nadie.

--¿Pero no es un frívolo al ocuparse de los placeres carnales y descuidar los del espíritu?

--No cultiva su espíritu, ya lo hacen los demás por él.