Algo está pasando en el cine español. Esta afirmación transpira suspense, pero no se trata de ninguna fantasmada, aunque el fenómeno que late debajo esté lleno de sombras y gritos en la oscuridad. Antes de que termine el año, una quincena de películas de miedo (desde thrillers psicológicos a inquietantes títulos de género fantástico), dirigidas o producidas por españoles, habrán desfilado por la cartelera de estrenos. Tan inaudita cosecha de pánico hispánico apunta al 2007 como el año del boom del thriller español y parece anunciar la llegada de una nueva era en el celuloide nacional.

Un ejemplo es Jorge Algora, director y guionista de El niño de barro , basada en la historia real de un asesino en serie de niños que asoló los arrabales de Buenos Aires a principios del siglo XX. La película, que se estrenará el viernes, sigue el reguero de sangre y suspense que han dejado, en los últimos cuatro meses, La sombra de nadie , de Pablo Malo; La caja Kovak , de Daniel Monzón; Las vidas de Celia , de Antonio Chavarrías; Rojo intenso , de Javier Elorrieta, o Bosque de sombras , de Koldo Serra, entre otras.