Después de mostrar la convulsa Barcelona de los 60 en El día de mañana, Mariano Barroso se sumerge en el delicado reto de narrar los orígenes de la banda terrorista ETA en La línea invisible. ¿Cómo empezó todo? ¿Cuándo se pasó del idealismo y el compromiso político a la lucha armada? A lo largo de seis capítulos nos adentramos en los inicios del conflicto vasco a través de la mirada de dos personajes antitéticos: Manzanas (Antonio de la Torre), torturador del régimen franquista y Txabi Etxebarrieta (Àlex Monner), poeta e intelectual que se convirtió en el primer miembro de la organización abertzale en apretar el gatillo y provocar un asesinato. La serie, de Movistar +, tenía su estreno previsto para el sábado 17 de abril, pero la situación por el coronavirus ha llevado a adelatar su emisión, que comenzó el pasado miércoles, ofreciendo, además los dos primeros capítulos en abierto. estrenó dos capítulos en abierto el pasado miércoles, y estará completa a demanda a partir del próximo sábado, 17 de abril.

-¿Cómo se involucró en el proyecto y qué es lo que más le interesó a la hora de abordarlo?

-Me lo propuso Domingo Corral, responsable de producción de Movistar+ cuando ya llevaba un tiempo desarrollándose. Había un material fantástico de Michel Gaztambide y Alejandro Hernández a partir de los trabajos de documentación de Abel García Roure. Era todo de un extremo rigor, exhaustivo, detallado y una oportunidad para contar una parte de la historia desconocida y que encierra muchas claves para entender lo que pasó después.

-¿Y a usted qué le ha enseñado este viaje a los orígenes de ETA?

-Cuando estudias el origen de las guerras y descubres que las motivaciones son siempre oscuras, inconfesables, patéticas y perversas, en pocos casos loables. El franquismo en esos momentos era especialmente duro en el País Vasco y Cataluña, un régimen totalitario represivo, pero la pregunta es hasta qué punto se está dispuesto a llegar por una causa. Y por eso me quedo con la frase de Gandhi: por una causa, uno debe estar dispuesto a morir, pero nunca a matar.

-Tanto El día de mañana como La línea invisible son radiografías de España durante la dictadura a través de personajes jóvenes. ¿Casualidad o está especialmente interesado en este tipo de retratos de la identidad oprimida?

-Me gusta investigar el pasado porque nos ayuda a comprender el presente. El brazo armado de ETA enarboló el concepto de la identidad nacional y es algo que ha marcado nuestro país.

-¿El idealismo se puede convertir en un caramelo envenenado?

-Todas las pesadillas empiezan siendo sueños. Y esta es la historia de cómo un sueño se empieza a torcer y se introduce en vericuetos siniestros hasta que se convierte en tragedia, la de un pueblo dividido que utiliza el enfrentamiento porque es incapaz de sentir empatía, de comprender al otro y todo termina derivando en una banalización del dolor. Parece como si el desencuentro fuera la esencia del ser humano y que nos alimentáramos de conflicto.Como decía Ionesco, las ideologías nos separan y solo los sueños y las angustias nos unen.

-También encontramos una línea invisible entre los conceptos de víctima y verdugo, entre la represión y la libertad, el bien y el mal a la hora de empatizar con los personajes.

-Una cosa es lo moral y otra lo humano. No hacemos cine con la moral, sería aburridísimo, el interés debe estar en el conflicto, en las contradicciones. Por eso nos encantan los protagonistas de Los Soprano, Breaking Bad o Mad Men. Aquí el reto es que los acontecimientos nos tocan demasiado de cerca y resulta inevitable que tengamos prejuicios. También es cierto que nuestra serie termina precisamente cuando la realidad comenzó a ponerse realmente cruda. Cuando la gente empieza a matar, no hay nada de lo que hablar o discutir. Y nosotros queríamos basarnos en las partes más humanas y menos obvias de los personajes.

-¿Qué ha encontrado en la ficción televisiva que no le ha ofrecido el cine?

-Disfruto mucho desplegando tramas, desarrollando personajes, y en una serie se puede hacer de una manera bastant más ambiciosa. Además, a nivel puramente industrial hemos vivido un auge de la ficción para plataformas y el proceso de producción es relativamente más fácil. Las plataformas necesitan material y las salas tienen un exceso, así de claro.

-Como presidente de la Academia de cine supongo que hay preocupación en el sector por la crisis del covid-19

-Nuestro sector es uno de los que se han quedado paralizados al cien por cien. Hay mucha preocupación, mucha angustia. Esperemos que podamos superar esta terrible pandemia y que asistamos a una reconstrucción rápida y poco dolorosa.