José Luis Montes ya sabe lo que es sufrir en el Príncipe Felipe, algo a lo que tendrá que empezar a acostumbrarse desde hoy, cuando conozca a sus nuevos jugadores. La última vez que lo visitó como entrenador, el 2 de marzo del 2003, su equipo, el Algeciras, sacó un punto con las mismas virtudes que suele señalarse que adornan al nuevo técnico del Cacereño: lucha máxima, mucho rigor táctico y una agresividad fronteriza al reglamento. La batalla entre dos equipos de la zona alta terminó 2-2, un resultado que a la larga no serviría de mucho a los verdes --se quedaron fuera de la liguilla de ascenso-- pero sí a los visitantes, que terminarían subiendo a la Segunda División.

Ahondar un poco en la hemeroteca sobre aquella tarde permite recordar detalles curiosísimos. Por ejemplo, que el nuevo ayudante de Montes, Julio Cobos, jugó, fue objeto de numerosas faltas y marcó un gol para el Cacereño.

Además, el propio entrenador segoviano fue amonestado por protestar, implicado en una de las muchas discusiones que se produjeron entre los jugadores y que provocaron una avalancha de tarjetas. De hecho, el Algeciras se quedó con un futbolista menos desde el minuto 24, con la segunda amarilla a Gartzen, cuando ganaba 0-1 (min. 15, Armada).

El Cacereño, dirigido entonces por Ismael Díaz y caracterizado por un fútbol ofensivo que acabaría marchitándose al poco tiempo, logró empatar a base de insistir en su acoso a la portería contraria (Cobos, de penalti, min. 59), pero el Algeciras no se arrugó y Armada volvió a marcar (min. 82).

Sin embargo, Pedro García estableció el resultado definitivo en el 89 ante el júbilo general. Ismael Díaz alineó a Félix Campo hijo del entonces propietario del club cacereño; Pedro García, Pelegrí (min. 62, Bernal), David Cordón, Francis (min. 55, Tariq); Cantos; Jorge García, Enrique, Julio Cobos, Bauti (min. 46, Juanma Cruz); y Nacho Garrido.

Oficio... y malos modos

La crónica del encuentro en EL PERIODICO EXTREMADURA, titulada "Un punto que vale oro", destaca el "oficio" del Algeciras, aunque también los "malos modos" y la "cicatería" del planteamiento visitante, que, asegura, "desesperó a la parroquia cacereña".

Lo que se busca en buena parte de Montes es eso: alguien que consiga la estabilidad y seriedad dentro de un equipo calificado a menudo de "blando mentalmente" y que ese cambio permita sumar puntos con continuidad para salir del último puesto de la clasificación.

Nunca ha sido conceptuado como un entrenador de ataque. Más bien lo contrario. Aquella temporada, el Algeciras se caracterizó por su fiabilidad defensiva, encajando solo 22 tantos en 38 partidos. Ahora no bastará con no encajar: cuatro goles marcados en once jornadas son demasiado poco.