Arkeem Joseph es el hombre de moda en el Multiusos. Su partido ante el Covirán Granada (19 puntos, 10 rebotes y 11 faltas recibidas) ha hecho aumentar la cotización del pívot del Cáceres Patrimonio de la Humanidad, un tipo sonriente y relajado que ha caído bien en el vestuario.

Joseph, nacido (26-5-1994) y criado en el barrio neoyorquino de Brooklyn de padres caribeños (él de Haití y ella de San Vicente y Granadinas), vive su primera experiencia en Europa. Hasta ahora solo había jugado profesionalmente en Sudamérica (Argentina y Chile), donde aprendió un español que es tímido para sacar.

«La gente es un poco diferente aquí respecto a Latinoamérica, aunque pueda parecer la misma cultura. Allí me agobiaban por la calle pidiéndome todo el rato fotos, cuando lo que yo quiero es ir la tienda, comprar lo que necesito e irme a casa sin que nadie me pregunte, como pasa aquí. Me gusta esto», cuenta el pívot de 2,06 de estatura.

En todo caso, dice que su vida estará donde haya una canasta, lo mismo que le trajo a Cáceres. «Da igual dónde estés si puedes jugar. Aquí estoy bien. Soy de Nueva York. No es lo mismo, pero puedo vivir en cualquier sitio. No necesito mucho para estar satisfecho, excepto jugar al baloncesto», remarca. Se mantiene en contacto con amigos y familia a menudo gracias a internet. «Imagino que era peor hace unos años, cuando no existía internet y no tenías tanta posibilidad de comunicarte», añade.

En la semana de Navidad volvió a casa durante unos días y desde entonces su rendimiento, que había sido muy flojo en la visita al Carrambimbre Valladolid -no llegó a anotar- ha mejorado. «Fue estupendo pasar tiempo con mi familia tan especial. Me dio vida. Fue como refrescarme. Habíamos perdido tres partidos seguidos y luego ya ha ido mejor, ganando el último además», sostiene Joseph, que dice «no estar sorprendido» por el nivel de la LEB Oro. «Es una liga competitiva con un tipo diferente de baloncesto respecto al que conocía de Sudamérica. Pero a cualquier sitio donde voy, hago lo que debo hacer. Me centro solo en mí y en jugar», dice.

Según su visión, «aquí se juega más en equipo, hay más defensa» y lo que sucede en la zona «es más importante». Confiesa que su expectativa era firmar unos números más importantes que los 10,1 puntos y 7,6 rebotes que acredita actualmente porque «siempre esperas lo mejor de ti». «No es fácil anotar aquí porque todo el mundo pone el foco en un jugador y hay que mover el balón buscando a otro», resume.

Respecto al Cáceres, se muestra también autocrítico preguntado por si está satisfecho al contabilizar por ahora ocho victorias y otras tantas derrotas: «No es un buen balance porque perdimos varios partidos seguidos de pocos puntos. Bajo mi punto de vista, si salgo a ganar siempre, no es bueno hacerlo solo el 50 por ciento de las veces».

Él mismo estuvo señalado en uno de esos partidos apretados: el de Palencia. Tuvo la opción de dar la victoria en dos ocasiones al Cáceres, al final del tiempo reglamentario y de la prórroga, pero no resolvió en ninguna de ellas. «Todavía está en mi cabeza, pero tampoco fue duro para mí porque este es un juego de equipo. Tienes que seguir jugando y aprendiendo, sobre todo si pierdes», argumenta.

LOS ‘PLAYOFFS’ / Siguiendo esa línea de la ambición, no duda ni un segundo en preguntarle si el conjunto verdinegro entrará en los ‘playoffs’: «Por supuesto». Ve factible conseguirlo y lo sitúa como primer objetivo. Después, ya estarán sus metas individuales, que pasan por «mejorar como jugador» y convertirse «en un buen pívot para esta liga».

Su entendimiento, reitera, es bueno con su entrenador, Roberto Blanco: «Me gusta. Es abierto. No hay problemas con él. Me dice cómo se siente y yo le puedo decir a él cómo me siento. Eso hace que se pueda trabajar bien con él». Su habitual ‘compañero de baile’ en los entrenamientos es el otro ‘5’ puro de la plantilla, Jorge Bilbao. «Te da energías luchar con él todos los días. Pelea siempre y es mejor tenerle de compañero que de rival», dice.