Quizás algún día Elena Corrales o María Romero la superen, pero de momento Lorena Infantes (Badajoz, 1 de febrero de 1981) puede presumir de ser la baloncestista extremeña que más minutos (3.824), partidos (134) y temporadas (7) ha jugado en la Liga Femenina, promediando 6,6 puntos y 3,1 asistencias. No solo lució en el equipo de su ciudad, sino también en los de Alcalá de Henares, Linares, Vilagarcía de Arosa, Ibiza, Olesa y Burgos, donde casi siempre fue titular y mandona desde la posición de base. Ahora la vida y el balón la han llevado a Chile. Allí, a 11.000 kilómetros, impulsa una incipiente carrera como entrenadora.

«Hace tres años terminé de jugar en Montdeville, Francia, y me fichó un equipo de Chile llamado New Crusaders de Valparaíso. Disputé la Liga Sudamericana aquel verano y se me ofreció la posibilidad de trabajar tanto en la Federación Chilena como en el Comité Paralímpico. No lo dudé. Tenía ya 34 años y estaba ya un poco cansada de la monotonía de entrenar. En España estaba la crisis y dedicarme a lo que me gusta, que es el baloncesto, era complicado». Así, con una mezcla de acento pacense y latino, resume Infantes su desembarco.

Su rápida reconversión fue «difícil» al principio porque «seguía echando de menos jugar», pero se fue adaptando. «Ser entrenadora es más complejo y estás más sola, pero es una labor increíble el tema de las estrategias, formar un equipo, ser su líder. Es súper importante que las chicas crean en ti, en lo que dices, en lo que piensas. Es algo súper gratificante», añade. Que los resultados llegasen pronto, con una medalla bronce en el Campeonato Sudamericano sub-17, contribuyó.

Vive en la capital, Santiago de Chile, y pasa las horas en el Centro de Entrenamiento Olímpico. Con las nuevas tecnologías estar tan lejos de casa es más pasable que antes, pero ella dice que echa mucho de menos la tierra, las costumbres y, sobre todo, a la familia. Aun así, siente que ha tenido «muchísima suerte» porque la han tratado «muy bien». «Soy una privilegiada. Tengo que agradecer mucho al pueblo chileno, explica. Eso sí, le choca «la gran diferencia entre clases sociales. Los que tienen dinero, tienen mucho dinero. Y los que no, están en una situación muy mala».

Alguien acostumbrado a vivir con la maleta a cuestas en su carrera profesional sabe que no se pueden hacer grandes planes. «Mi vida siempre ha sido ir año a año y por ahora estoy muy a gusto. Me han ido las cosas súper bien como entrenadora. Se nota que la gente confía en mí y que cree en mi trabajo», comenta. Sin embargo, volver está en la cabeza: «Siempre tiene una la espinita clavada. Allí tengo a mi familia, que es lo que más añoro. No tengo fecha, pero al menos sé regresaré en Navidad unos días para verles».

BASKET EXTREMEÑO / Con inevitable nostalgia mira a los años en los que el proyecto de basket femenino de Badajoz creció y subió a la Liga Femenina, donde solo permaneció una temporada, la 2007-08. Ahora no hay nada que se le parezca en la capital pacense. «Me da un poco de pena esa situación. Ojalá entre alguien nuevo que apueste por ello. Fueron unos años maravillosos cuando estuve allí. Jugar en la máxima categoría del baloncesto español cuando realmente había un gran nivel, con todas las jugadoras de la selección, fue un sueño. Parecía imposible, pero se dio. La directiva de Pepe Ramos fue muy importante, así como los patrocinadores, Agencia Serrano y Extremadura Dato. Esa fue la clave. Después de bajar, fue una muerte anunciada», lamenta.

El relevo lo ha tomado el Nissan Al-Qazeres Extremadura, al que asegura que sigue de cerca pese a la distancia y donde tiene amigas como Esther Montenegro y Silvia Romero. «Lo están haciendo muy bien. [El entrenador] Jacinto Carbajal es súper apasionado y se ha dedicado toda la vida al baloncesto. Ojalá continúen ahí muchos años y que tenga el apoyo suficiente.Me siento muy identificada con ellas», comenta.

También se alegra de los éxitos de la selección nacional, subcampeona olímpica y campeona de Europa. «El trabajo de la Federación Española ha sido impresionante. Y los resultados mandan en todo, por lo que hay que apoyar a las chicas tanto como a los hombres. No es una cuestión de género, de progreso, de futuro, de quién tiene más poder para crecer».

¿Y en Chile? «Aquí la federación también está apostando por nosotras», responde. Ella es parte de ese reto. Y nunca le ha dado miedo nada.