El abogado Joan Laporta, presidente del Barcelona, puso anoche punto y final a siete años como máximo responsable de la entidad azulgrana, en los que ha puesto el listón muy alto al haber dirigido el periodo más triunfal de la historia del club, con doce títulos en este tiempo. No es que Laporta deje la presidencia, hecho que acontecerá el 30 de junio de este año, sino que el aún mandatario azulgrana ya no volverá a presidir el palco de honor en un encuentro del equipo catalán, al haberse puesto punto y final a la Liga.

Laporta no escondió que su sueño era sentarse en un palco por última vez como presidente del Barcelona en el Santiago Bernabéu, donde el próximo fin de semana se disputará la final de la Liga de Campeones, en la que el club azulgrana quedó apeado en las semifinales.

Al mandatario barcelonista le queda el consuelo de, como mínimo, haber dicho adiós con una nueva Liga, la cuarta que ha obtenido en sus siete años como presidente, un hecho difícil de imaginar aquel 22 de junio del 2003 cuando entró por primera vez en el palco, tras haber ganado las elecciones una semana antes, para presenciar el último partido de Liga, en el que el Barça buscaba acabar sexto para jugar la UEFA.

De aquel 2-0 contra el Celta, con tantos de Sorín y Saviola, buscando desesperadamente una sexta posición, la peor clasificación de los anteriores quince años, el Barcelona prelaporta con Radomir Antic en el banquillo ponía fin a su trayectoria y se iniciaba la era laportista con un nuevo entrenador, Frank Rikjaard.

La primera temporada de Laporta la sumó en blanco, y no fue la única, pero a partir de la 2004-05 el Barcelona inició una etapa de éxitos en los que encadenó dos Ligas seguidas y, en el 2006, una Liga de Campeones.

La excelencia que alcanzó el Barcelona tras aquel 2006, repleto de exhibiciones futbolísticas de la mano de un Ronaldinho ensalzado por toda la comunidad futbolística como el mejor jugador del mundo, dio paso a una siguiente temporada en la el equipo barcelonista sólo se hizo con la Supercopa de España.

Más confianza

Los cambios que reclamó buena parte del barcelonismo tras aquella temporada aciaga no se produjeron y la directiva azulgrana extendió su confianza tanto al técnico como a las estrellas del equipo (Deco, Ronaldinho y Eto´o), gesto que no tuvo mucho calado en el vestuario debido a que la temporada siguiente (2007-08) el Barcelona acabó esta vez en blanco.

Un sector del barcelonismo la tomó con el presidente, al que se le planteó una moción de censura que salvó por los pelos, después de que ya hubiese tomado cartas en el asunto, cuya decisión principal fue la destitución del técnico Rijkaard tras acabar la temporada, idéntica salida que tuvieron algunas de las estrellas (Deco y Ronaldinho).

Laporta y su directiva se jugaron a una carta salvar la imagen con la contratación de un inexperto Josep Guardiola, que si bien había iniciado de la mejor manera su trayectoria como técnico al ganar la Liga de tercera división con el Barcelona Atlètic y el ascenso a la Segunda B, se desconocía cómo resultaría el experimento de ponerlo al control del primer equipo.

Después de unos partidos de Liga sin resultados, el equipo de Guardiola fue la mejor terapia para aplacar la tensión que se vivió en el entorno barcelonista y dentro del club. Una sucesión de partidos extraordinarios y la suma incesante de puntos situaron al equipo catalán en disposición de batir récords y escribir la página deportiva más brillante de su historia.

Guardiola, que había conseguido casi un imposible, como fue fusionar la valía de Messi y Eto´o para la misma causa, ha sido al final su mejor aliado.