Valora extraordinariamente Alfonso Abreu Sánchez (Cáceres, 17 de diciembre de 1973) a «mi gente», esa que, según este ingeniero civil y empresario, han hecho grande al Diocesano, el club que preside desde hace tres años. Ensalza Abreu a «los que altruistamente trabajan, quitándoselo de su tiempo libre» y eso es oro. Oro puro, piensa. En esta entrevista reflexiona de todo lo relacionado con la entidad colegial con el ‘sentimiento Dioce’ a flor de piel.

--Desde el 26 de diciembre de 2017 es presidente del Diocesano. ¿Cuál es su balance de estos tres años?

--En lo personal, el balance es positivo. Ha sido muy continuista. Como club hemos mantenido la filosofía de siempre y los éxitos anteriores han seguido. Estoy contento con el balance, a pesar de que el juvenil de División de Honor bajó. El trabajo que se está haciendo, no solamente en el equipo de Tercera, está estructurándose cada vez mejor.

--Sustituye a un histórico como Gerardo Hierro. ¿En qué ha cambiado la manera de gestionar el club?

--Considero que poco. Ya llevaba como vicepresidente 12 años y acudí a una solicitud de ayuda que me pidieron Gerardo y Fito (por Adolfo Senso, entrenador del primer equipo y director técnico del club) para darle un cambio a esto e incorporar una nueva estructura. Desde entonces vengo trabajando en ello, aunque no haya cambiado mucho porque esa forma de trabajar ya la desarrollamos antes. Ahora la hemos ido mejorando.

--¿Qué le falta al Diocesano? ¿Quizá más apoyo social?

--Al Dioce lo que le falta es que los propios padres y los jugadores del club saquen tiempo para ir los fines de semana a ver a sus primeros equipos o a los de arriba y así crear una masa social un poco más grande. Nos estamos dando cuenta que estamos teniendo apoyo de gente que está fuera o de antiguos jugadores, pero nos cuesta que los padres lleven a los chavales a ver los partidos para ir creando afición y llenar los campos con nuestra gente. Somos una masa de 400 jugadores, lo que equivale a 800 padres, familiares… solo con la mitad que fueran. Tenemos que saber encajar para que sea atractivo para ellos. Los directivos y jugadores de Tercera van a ver a los equipos de abajo.

--En su día, en una entrevista en el Extremadura, dijo que tanto Cacereño como Diocesano necesitan que la ciudad apoye a los dos clubs yendo a ver los partidos. ¿Lo del virus lo ha frenado todo o hay más problemas de fondo?

--Hay un problema primordial: que todavía la gente nos ve como competidores en Cáceres respecto al público. Se nos ve como que hay que ser uno o el otro, que no pueden ser de los dos, y eso no tiene mucho sentido. Ese es el primer mal endémico que tenemos. Creo que la ciudad de Cáceres tiene que ser de todos los equipos de la ciudad, da igual que sea de rugby, de baloncesto o de lo que sea. Tenemos que intentar que el deporte se vea apoyado por la masa social que hay. Este año, con el atractivo de la liga y el buen año que estamos haciendo los dos equipos, el virus nos lo ha estropeado todo.

--Económicamente, ¿cuál es su diagnóstico sobre el club?

--Estamos como todos los años. Sabemos lo que nos podemos gastar y se hace un gran trabajo en la búsqueda de jugadores que puedan venir por el dinero que tenemos. No vamos más allá de aquello que podemos ofrecer. La buena economía que tenemos estructuralmente hace que no tengamos problemas a la hora de aportar un poco más si en algún año lo necesitamos. En éste, que descendían seis de Tercera, hemos hecho un poco más de esfuerzo en lo económico porque podíamos hacerlo. Esto es como una empresa: no puedo gastar más que aquello que ingreso. Y ya está. Si puedo hacer un equipo mucho mejor lo hago, y si lo tengo que quedar un poquito peor ya está, pero nunca prometer aquello que no podemos dar. A nivel de clubs, ajustamos nuestras cuotas a las necesidades en la cantera. Además, no se mezcla el presupuesto de Tercera con el presupuesto de cantera. Nunca vamos más allá porque sabemos cuál es la situación de la sociedad. Además, estamos apoyados por las instituciones, aunque cada vez nos van recortando más. Cuando esto no cuadre, tendríamos que cobrar cuotas más altas y ver otras formas de financiación porque sin la ayuda pública no se podría seguir. Sería imposible.

--¿Hubiera imaginado que el Tercera peleara por ser líder?

--No. Ni en los mejores sueños, y más en la situación que teníamos con el virus y la pretemporada, que no se hizo todo lo bien que hubiéramos querido. Nunca lo hubiéramos pensado, pero vimos que Fito había compuesto una plantilla joven, técnica y con jugadores maduros de cabeza, amoldándose a lo que el míster pide. La sorpresa ha sido mayúscula.

--¿Hasta dónde pueden aspirar? ¿Puede haber incluso ascenso?

A día de hoy no nos ponemos techo alguno. Vamos a por lo que venga. Se puede decir que ya estamos salvados y ahora intentaremos quedar lo más arriba posible. Estamos ahí, tenemos la oportunidad, sabemos que esta liga se puede cortar en cualquier momento por el tema covid, esperemos que no sea así, y tenemos que aprovechar para estar lo más arriba posible. Ya no nos ponemos ninguna meta en sí, sólo lo que surja, pero también tenemos en la cabeza que la posibilidad de ascender está ahí, y vamos para arriba.

--En el caso de que se ascendiera, ¿se asumiría totalmente, no habría renuncia ni nada parecido?

--Si se ascendiera la vela que va delante es la que alumbra. Vamos para adelante y ya buscaríamos lo que tuviéramos que buscar.

--Siempre ha sido un club de cantera. ¿Ha cambiado la filosofía del club con el éxito del equipo de Tercera División?

--No. No ha cambiado absolutamente para nada. Seguimos siendo un club de cantera. Eso no quiere decir que todos los jugadores que lleguen al primer equipo vengan con nosotros desde pequeñitos. Eso es imposible. En ninguna cantera ocurre. Siempre vienen refuerzos, si quieres competir al máximo nivel. ¿Por qué? Porque una cantera nunca da un equipo al completo si estás en ese máximo nivel. Sería excepcional. Yo no lo he visto todavía eso. Y luego nosotros tenemos otro contratiempo: los jugadores que van destacando en nuestra cantera los clubs más grandes se los llevan, con lo que todo aquello que quieras aportar de tu propia cantera a tus primeros equipos ya no puedes hacerlo. Es imposible. Hay otros que deciden irse. Unas veces es por sustitución y otras por necesidad inmediata de que necesitas a alguien para un puesto y en tu cantera no lo tienes. Este año se han quedado seis jugadores en el equipo en Tercera. ¿Cómo repones el resto de equipo? Por eso intentamos buscar jugadores que técnicamente sean buenos y necesarios y además meterlos en la filosofía del Diocesano. No hay ni un jugador de los que fichemos que en su contrato o en su compromiso no lleve implícito que tenga que entrenar a un equipo de las categorías pequeñas. Siempre. Se tienen que implicar y que los chavales vean en ellos referentes. Todos los que han llegado de fuera llevan un equipo.

--Muchísimos futbolistas están jugando en categorías superiores. ¿Cuál es el secreto?

--Uno está en la gente que trabaja en el club, que hace que todos los jugadores se sientan cómodos en el equipo en el que están. Realmente se les trata como en una verdadera familia, y eso les da una tranquilidad y una estabilidad emocional. Además, está el cuerpo técnico con Adolfo Senso al frente. Siempre digo que jugadores que vienen siendo un 5 él los convierte en un 7; el que viene como un 7 él los convierte en un 9… sabe estudiarlos, sabe su posición. Muchos jugadores han triunfado aquí así. Carlos Isaac, que se fue después al Atlético y está ahora en Albacete, venía como mediocentro y ahora es lateral y fue internacional; el caso de Jorge Rastrojo… Su conocimiento una vez que los trae y los trabaja es fundamental.

--¿Se quedaría con algún jugador de todos estos años?

--No tendría predilecto, pero sí con los que han salido de nuestra cantera desde pequeñito: Ismael Cerro, Margallo, Jaime Corchado, Tete, ‘Abuelo’, Rubén Sánchez… eso para nosotros es un triunfo.

--¿Merece la pena el esfuerzo?

--Muchas veces lo pienso. Ahora que el año pasado con el confinamiento se había acabado el fútbol y podías disfrutar de la familia, se podría pensar que no te merece la pena perder tanto tiempo libre. Tienes tu trabajo y a lo mejor empleas un tiempo para otros chavales en una labor que muchas veces no es ni reconocida por la familia, por los propios jugadores. Pero eso es un pensamiento que tienes cuando no tienes fútbol. Pero cuando sí tienes fútbol, piensas que es una vía de escape, de salirte de los problemas de la empresa del día a día, pero nos gusta demasiado y al final lo necesitamos. Lo has hecho un modo de vida y ese modo de vida lo llevas siempre.

--¿Y su familia lo entiende?

--Mi familia lo entiende desde el momento en el que se han implicado conmigo. Si no sería imposible. No se podría mantener una familia que no entendiera que todos los fines de semana, cuando puedes disfrutar con ellos, estuvieras en el fútbol. Mi mujer se ha implicado tanto que nos ayuda en todas las labores administrativas y en la taquilla. Además, mis hijos juegan y se han implicado conmigo. He tenido mucha suerte, y también toda la gente que trabaja ahí. Sería imposible que hagas todo esto altruistamente y no tuvieras el apoyo familiar para poder continuar.

--Última pregunta, de nuevo volviendo a lo estrictamente deportivo. ¿Con qué se queda, con un buen papel del equipo de Tercera o el ascenso del juvenil a División de Honor?

--Uno no descarta a lo otro. La División de Honor juvenil es la liga más bonita que existe para los chavales. Es muy exigente a nivel de clubs, más incluso que Tercera, y tiene que haber unos compromisos más férreos. Solo el hecho de viajar fuera con chavales jóvenes es de tener un compromiso fuerte. Como futbolista que he sido también, a mí esa liga me hubiese gustado jugarla. Es una liga distinta. Luego para el Tercera hay mucho tiempo para jugar; División de Honor, muy pocos años.