La selección brasileña de fútbol se despidió ayer de Curitiba, donde estuvo concentrada durante los últimos seis días, en medio del bullicio de centenares de hinchas que en un ambiente festivo acompañaron la partida del equipo que disputará el Mundial de Sudáfrica. Los hinchas se reunieron desde temprano en el aeropuerto Afonso Pena, donde esperaron varias horas para ver a los convocados por el seleccionador Dunga, quienes abordaron un vuelo chárter que los llevará primero a Brasilia para una audiencia con el presidente Lula da Silva y, a continuación, a Johannesburgo. Con cornetas e instrumentos de percusión, los aficionados, muchos de ellos con banderas, camisetas, gorros y maquillaje de colores verde y amarillo, recibieron con cánticos a la selección, a cuyos integrantes poco vieron en la concentración.