No hace falta ser un genio del baloncesto para considerar que en un partido que pierdes por 11 puntos (71-60) es clave lo sucedido en un primer cuarto que concluye 26-11. Esos 15 puntos de desventaja fue la rémora con la que tuvo que cargar el Cáceres Patrimonio de la Humanidad en Melilla el viernes por la noche, un dato que su técnico, Roberto Blanco, criticó abiertamente.

«El partido ha durado los primeros diez minutos, se ha perdido en el primer cuarto. Luego ha sido un ‘quiero y no puedo’, intentar remar contra una corriente muy fuerte como es el Melilla», dijo el preparador, a medio camino entre la censura y el elogio, porque también reiteró que los jugadores «trabajan muy duro».

«Veníamos con ilusión de competir. El inicio fue preocupante por nuestra parte porque no es la primera vez y eso nos ha lastrado todo el partido. Casi hemos ganado los otros tres cuartos», agregó. Cierto: 17-20 el segundo y 16-18 el tercero, mientras que en el cuarto la derrota fue mínima (12-11).

Blanco vio clave en el cuarto inicial que «no hemos sabido ponernos al nivel de la defensa dura de Melilla» y al menos vio en positivo que luego, «jugando más sueltos, con una circulación mayor, hemos sido capaces de ser consistentes».

No dudó tampoco en autoinculparse de lo sucedido: «hay detalles individuales que tengo que convencerles de lo que hay que hacer», además de lamentar la lesión de Niko Rakocevic cuando la diferencia en el marcador había bajado de los 10 puntos.

Preguntado por el mal partido de sus bases (5 balones perdidos de Ricardo Úriz y -6 de valoración de Aitor Zubizarreta), reconoció que ninguno de los dos «había estado cómodo» y que en gran parte se debió al «gran trabajo» de Javi Marín a nivel defensivo. Aún así, intentó no personalizar en sus dos directores de juego la derrota. «No voy a ser yo ahora quien presente a Ricardo Úriz», zanjó.

El equipo regresó a Cáceres ayer tras un largo viaje y mañana empezará a preparar el siguiente choque, el viernes frente al B The Travel Brand Mallorca-Palma.