Muchos se frotaban las manos el pasado verano cuando los equipos canarios se incorporaron al grupo IV de Segunda B. El desalojo de los andaluces y murcianos --hubo pleno en el ascenso a Segunda-- facilitaba, en teoría, el calendario, porque Corralejo, Vecindario, Lanzarote, Pájara Playas o Universidad de Las Palmas aparecían como entidades sin mucho nombre. Sólo la última ha estado en Segunda algún año. Sin embargo, los extremeños se están viendo realmente torturados por el potencial de los insulares, que han incrustado a varios de sus representantes en la cabeza de la clasificación. Particularmente, el Cacereño está padeciendo este virus que este fin de semana volverá a ponerse a prueba frente al Vecindario (domingo, 12.30 hora peninsular): de sus seis enfrentamientos frente a clubs canarios hasta ahora ha perdido cinco y ha empatado el otro.

El balance es realmente desolador para el conjunto de Ismael Díaz, que hasta la jornada pasada no había conseguido marcarle a ningún conjunto de las islas. Sin embargo, los dos tantos frente al Pájara Playas no sirvieron para nada (2-4 final). Lanzarote (0-3) y Vecindario (0-2) también se llevaron los tres puntos del Príncipe Felipe, mientras que ante el Corralejo, el peor clasificado de todos, no se pasó de la igualada (0-0).

Lejos, nada

La visita al Vecindario viene precedida de tres resultados negativos en las islas Canarias, todos ellos con el mismo 1-0 al final, ante Pájara Playas, Universidad de Las Palmas y Corralejo, hace apenas dos jornadas este último. Díaz apeló entonces a explicar las causas de este predominio insular: aparte de que fichan buenos jugadores, el técnico argumentó que los rivales se ven favorecidos por terrenos de juego atípicos --de césped artificial-- en los que también el viento suele jugar un papel importante. Al Cacereño también parece afectarle coger aviones y en algunas ocasiones los desplazamientos no están planificados de forma ideal por la Federación Española.