Con un gol de Fran Beltrán, con un golpe atípico que nadie sabía dónde podía acabar y entró por la escuadra, el Celta frustró una victoria que el Atlético, por delante desde el primer minuto gracias a un gol de Morata, había gestionado con la solidez de tiempos pasados y que, tras el empate, se convirtió en un ejercio más de prisa que de acierto por atacar.

El equipo de Simeone está lejos de ser un huracán ofensivo o de generar ocasión con un mínimo de fluidez, pero mantiene su condición de invicto tras la pandemia y, aunque suma el tercer empate en ocho partidos, el número 15 en la temporada (récord histórico del club), sigue consolidado entre los cuatro primeros. El punto, en la pelea del Celta por sellar la permanencia, es un avance inesperado para desesperación de Mallorca o Leganés.

Buen inicio atlético

Como ya empieza a ser habitual después de la pandemia, el Atlético empezó intenso, veloz, con la presión alta y la intención de atacar, pero encontró el premio antes que nunca. Antes de que se cumpliera un minuto, Arias robó un balón y la jugada terminó con un centro que Morata solo tuvo que rematar a placer a menos de un metro de la línea para marcar a centro de Correa.

En el celta, aún con la salvación pendiente, Óscar García recuperó la defensa de cinco para recibir a un coloso como el Atlético y se vio por debajo desde el inicio, con la obligación de atacar y un sistema diseñado para defender.

El Atlético construyó su partido a partir del gol inicial, con un colchón para priorizar la estabilidad defensiva y sin angustia por tener que atacar. Mientras, el Celta tocaba y tocaba sin profundidad y sin conseguir hacer sufrir al equipo de Simeone. Entre el sosiego del juego atlético, y la impotencia celtiña, la electricidad de Llorente ponía el punto diferencial en el partido, siempre rápido, incisivo y preciso.

Gol por la escuadra

El único cambio en el segundo tiempo fue que, en las primeras jugadas, el que marcó fue el celta. Fran Beltrán remató un centro de Brais Méndez, el mejor celtiña, con un movimiento de volea y un toque de exterior en semifallo que, con una parábola inesperada, terminó en la escuadra de la portería de Oblak.

El empate reverdeció las esperanzas de puntuar del Celta, y más, de volver a marcar al contragolpe. A la vez, devolvió al Atlético a un estado de alarma que apresuró sus ataques. Los de Simeone se instalaron en campo rival, pero la entrada de Rafinha y Mina aportó un aire fresco en el ataque vigués que puso por delante a los de Óscar García en el contador de ocasiones.

Los cambios de Simeone no causaron el mismo efecto, el Atlético llegó al tramo final apresurado por encontrar unas ocasiones que no llegaban. La lesión del portero celtiña Rubén Blanco a diez minutos del final le dio algo de pimienta al final, con la entrada del canterano Villar después de que el club haya sustituido al guardameta lesionado de larga duración Sergio Álvarez con el fichaje de Nolito.