Hay una frase que siempre repite José Miguel Echávarri en las tertulias íntimas, siempre hablando de ciclismo, cuando se le visita en Pamplona. Echávarri, los más jóvenes igual no lo saben, fue el técnico que acompañó y aconsejó a Miguel Induráin en sus cinco triunfos en París. "En cinco años solo se cayó una vez y fue encima de su hermano Pruden, que lo salvó de las lesiones". Dopaje al margen,Lance Armstrong tampoco se fue al suelo en los siete viajes a ninguna parte que realizó entre 1999 y el 2005. La suerte es imprescindible, como el aire que se respira 13 veces por segundo, para vencer en París. Y, a los datos y a la evidencia hay que remitirse, desde luego, la fortuna no ha sido la compañera de Alberto Contador en lo que se lleva de década.

El ciclista madrileño se ha ido al suelo siempre; siempre, siempre desde que en el 2011, un Tour que acabó en quinta posición aunque no figure en el palmarés oficial por el dichoso 'afaire' del solomillo, intentó por primera vez y sin éxito reconquistar y llegar de nuevo vestido de amarillo a los Campos Elíseos tal como había hecho en el 2007, 2009 y 2010, aunque esta última hazaña (él la sigue reivindicando como propia) no consta en el historial de la prueba, debido también al condenado solomillo.

UN DUENDE MALDITO

Hasta da la impresión de que algún duende maldito no quiere que vuelva a ganar el Tour, ni siquiera volver a subir al podio de París. Lo tuvo muy cerca en el 2013, ya que fue en segunda posición detrás de Chris Froome, hasta la penúltima etapa, cuando Nairo Quintana y Purito Rodríguez lo desplazaron hasta el cuarto lugar de la tabla. Aquel año también se cayó, y como este sábado, el accidente ocurrió en la primera etapa, en el primer compás, en Córcega, a pocos kilómetros de la llegada a Bastia, la principal ciudad de la isla. Fue un encontronazo tremendo que ya le hizo ir con la pierna cambiada el resto del Tour.

Y con el ritmo al revés también fue en el 2011, en su primer año sin fortuna, cuando también se fue al suelo en la etapa inagural, al tropezar su bici con una bolsa de un espectador. Mejor casi ni recordar lo que le ocurrió en el 2014, en los Vosgos, caída grave y para casa. Y el año pasado, igual, cuando todavía peleaba por el podio se estampó en una bajada camino de Pra Loup. Más desdicha, casi imposible.