Una de la tarde de ayer. Carlos Valverde y Quique Carreño, jugadores del Cacereño, están en carretera camino de su tierra, Sevilla, para pasar un par de días de descanso. Acaban de entrenar con el equipo verde, apenas horas después de volver de Cartagena, donde el segundo hizo el gol que supuso el empate en el minuto 88 (1-1).

Cuatro goles en cinco partidos avalan sin discusión al más rentable de los fichajes invernales del CPC. Otros tantos acumula Valverde, el otro futbolista de moda en el Cacereño por su poder desequilibrante. En su tercer año, está completando su mejor temporada, pero el dato que completa la complicidad de ambos bien puede radicar en su origen. "Sí, jugamos juntos en el Utrera, en cadetes, dos o tres años, pero no me acuerdo exactamente cuántas temporadas fueron", dice Valverde. "Yo era de segundo año, el de primero, creo", añade Carreño.

Es la prolífica conexión utrerana del Cacereño, que reverdece laureles ahora, ya en la madurez de ambos como jugador. Carlos tiene 29. Quique, 28. 13 o 14 años después vuelven a encontrarse. "Yo entonces hacía más goles que él", bromea Valverde. "La verdad es que nos entendíamos bien", añade su compañero, hijo de un futbolista con pasado en Sevilla y Betis y el extremeño Mérida, Cristóbal Carreño, y hermano de otro jugador de nombre Cristóbal, también punta.

Valverde, de padres de Valdefuentes, su otro pueblo, pasó su juventud en la localidad sevillana. "Ya el año pasado estuvo a punto de venir; yo sabía que aquí iba a hacer muchos goles", dice sobre su paisano, quien hace dos años, en el Zaragoza B, anotó 12 tantos en 14 partidos, y que ha tenido experiencias internacionales en Portugal y Hungría antes de llegar al Guijuelo el pasado verano.

"Hombre, este año he pensado en al menos meter 10", afirma el protagonista, quien también tiene palabras de agradecimiento al trabajo que hace Martins, el otro delantero referencia en el CPC, "que lo hace muy bien". Sea como fuere, la conexión utrerana será una de las claves para que el Cacereño siga en progresión. "Primero vamos a estar tranquilos; después ya veremos", dicen. De momento, ambos completan una dupla respetada en el contexto del grupo IV de Segunda B.