La llegada extremeña de la Vuelta a España-2013 tuvo unas altísimas dosis de emoción y seguro que satisfizo a los miles de ciudadanos de Cáceres que se echaron a la calle durante horas, pese al fuerte calor que castigaba los cuerpos. El alemán Tony Martin (Omega Pharma-Quick Step), que se había escapado en el primer kilómetro de los 175 del trazado, justo tras el banderazo en Guijuelo, fue cazado casi en la línea de meta. Se frustraba así lo que hubiese sido una heroicidad tremenda. El ganador en el esprint fue el danés Michael Morkov (Saxo Tinkoff). No hubo cambios en la general y Vicenzo Nibali (Astana) continúa líder.

Se sabía que no iba a ser un día decisivo para la ronda, pero sí tuvo algo de especial. Mucho, más bien. Martin, campeón del mundo en la especialidad de contrarreloj, hizo precisamente eso en una etapa en línea: luchar él solo contra la carretera y el tiempo, haciendo uso de unas facultades físicas excepcionales.

Quizás no pensaba llegar tan lejos cuando arrancó, pero cogió muy pronto siete minutos de diferencia y los fue administrando, aunque como es lógico el pelotón se le fue echando poco a poco encima, impulsado por los equipos que tenían intereses en un esprint masivo.

Hubo un momento en el que pareció que le capturarían, pero en las mismas calles de Cáceres se llegó a dar por segura su victoria porque era una auténtica locomotora que sabía aprovechar bien los recodos del trazado. Sin embargo, el acelerón final de otra bestia como Fabian Cancellara (Radioshack) en la mismísima Avenida Ruta de la Plata sirvió para que fuese atrapado y, en un suspiro, Morkov se hizo con la victoria. El séptimo puesto final de Martin es un dato amargo a más no poder.

PARA EL RECUERDO Fue un final precioso para la jornada de reencuentro entre dos viejos amigos como Extremadura y la Vuelta a España. Siete años se han hecho largos. Al menos los habitantes de la comunidad por los lugares por donde transcurrió el pelotón lo dejaron claro, lanzándose a las cunetas para animar no solo a los ciclistas, sino también a los componentes de esa pequeña ciudad flotante que es la carrera. Una gran fiesta desenfadada de la que disfrutaron Baños de Montemayor, Hervás, Aldeanueva del Camino, Plasencia --especial locura en las calles de la perla del Jerte --, Grimaldo, Cañaveral y finalmente Cáceres. Es increíble comprobar la ilusión que genera recibir una simple gorra o un abanico de cartón.

Como se esperaba, la capital volvió a lucir hermosísima en alianza con el deporte. Esta vez, por obvios motivos de espacio, su gran baza turística, el recinto monumental, no podía acoger el acontecimiento, como ocurrió hace unos meses con el World Padel Tour. Pero sí se supo aprovechar sus amplias avenidas en un recorrido de más de diez kilómetros. Vista en televisión, Cáceres pareció mucho más ciudad de lo que suele ser percibida por sus propios habitantes.

Es la magia de un deporte maltratado en los últimos años, pero que se resiste a morir. Ya puede haber mil casos sonrojantes de dopaje o faltar Alberto Contador a la gran cita de su país que el ciclismo sigue teniendo un aroma inigualable, el mismo que vivirá hoy Almendralejo con la salida rumbo a Mairena de Alfaraje.

Hubo una opinión general: que no sean siete años lo que tarde en volver la Vuelta, sobre todo si es para ofrecer historias tan emocionantes como las de Tony Martin, Fabian Cancellara y el pillo Michael Morkov, que sucede a un esprinter mítico como Erik Zabel en el palmarés cacereño de la ronda.