Solo había una pregunta en el pelotón. Daba igual el idioma en el que se hiciera: francés, inglés, castellano, holandés, italiano o alemán. "¿Qué tal las heridas?". Se mostraban las partes del cuerpo que estaban vendadas, arañadas o amoratadas. Andreas Klöden y Alberto Contador, antiguos compañeros en el equipo kazajo del Astana, un alemán fiel al que no le importó quitarse los anillos para trabajar por el corredor madrileño, dialogaban, hablando de sus golpes, de sus caídas y de los que se recuperan, con peor suerte, en casa o en el hospital.

Y en eso, kilómetro 14, se formó una montonera donde cayeron algunos hombres importantes como el suizo Fabian Cancellara, el holandés Robert Gesink y el estadounidense Levi Leipheimer, pero el pinteño restó importancia al hecho "estábamos ahí prácticamente todos los favoritos, nos hemos quedado cortados. Pero no ha habido estrés porque estábamos prácticamente todos, los Schleck, Basso, Kloden, la mayoría". Otro susto, con todos los favoritos situados en la parte trasera. En un momento de calma. En un día ¡por fin! sin nervios.

Diferente fue la situación el domingo, jornada de desilusión, con Contador sufriendo en cada pedalada porque le dolía la rodilla y no sabía si la tenía fastidiada de verdad. Y con una rodilla echa polvo no solo es imposible aspirar a la victoria sino continuar en el Tour. Lo tranquilizó el médico del equipo, en el autocar del Saxo Bank. Pero había que recuperar también el ánimo del tricampeón que pensaba qué había hecho para caerse tantas veces. "¿Será que me estaré volviendo viejo?", bromeó Contador el lunes, en la conferencia de prensa que ofreció en su hotel, en la jornada de descanso.

LA PREOCUPACION Pero el lunes ya era un nuevo Contador porque sus amigos de Pinto, la pandilla, el clan, los que todos los domingos, cuando no hay competición, lo esperan en la rotonda para rodar unos kilómetros juntos en bicicleta e intentar la osadía de atacarlo (Alberto se deja inicialmente pero luego contrarresta con una ofensiva la alocada iniciativa de su cuadrilla) no les gustaron las declaraciones ni el tono de voz que escucharon por radio al acabar la etapa. Así que por la noche se pusieron de acuerdo para llamara Alberto por teléfono y animarlo. "Nos decía que estaba teniendo muy mala suerte, que no hacía otra cosa que caerse, que estaba tocado. Y nosotros lo animábamos diciéndole que peor estaban otros como Alexandre Vinokurov (el lunes fue operado de la fractura de fémur) en el hospital".

EL AMULETO Fue entonces cuando la pandilla le confirmó que mañana estarán en Luz Ardiden. Está noche salen de Pinto: Jorge, Pakito y Pato, este último acompañando a Fran, hermano y mánager de Contador. Y es importante que vengan porque ellos suben también los puertos en bici y se sitúan allí donde les dice Alberto. Y hasta ahora nunca ha fallado. Allí donde se pone el clan de Pinto, Contador se deja la piel. "Mi único objetivo es intentar volver a ganar esta carrera", repitió ayer. Por si quedaba alguna duda y es que el corredor Pinto se ha crecido tras las palabras difundidas por un diario francés en el que daban a esta semana como la última en la que el ciclista español estará en la ronda francesa.