Solo hay una palabra para describir la declaración que el exciclista del equipo Kelme Jesús Manzano, realizó ayer ante el tribunal que juzga la trama de la operación Puerto en Madrid. Espeluznante. Mucho más crudo y alejado de cualquier sinónimo aliado al juego limpio que el testimonio que realizó el lunes en el mismo juicio el excorredor alemán Jörg Jaksche. Basta con anotar una frase que dejó boquiabierta a la sala cuando denunció que Eufemiano Fuentes, el médico canario cabecilla de los acusados, lo dopaba con productos farmacológicos reservados para animales, concretamente para perros y vacas. "Unos días ladrábamos y otros mugíamos. Así lo afirmábamos en el equipo, en cachondeo, según el medicamento que nos hacían tomar".

Manzano delató ante la Justicia penal española un sistema de dopaje, por supuesto con EPO, establecido en el equipo Kelme entre el 2001 y el 2003 que empequeñeció cualquier método empleado por Lance Armstrong en el US Postal. Según su testimonio, Vicente Belda, acusado en la trama, lo dirigió bajo la supervisión científica del doctor Fuentes y con la colaboración de otros dos implicados en la operación Puerto: Yolanda Fuentes, como médica, y José Ignacio Labarta, como preparador físico. Dejó al margen totalmente a Manolo Saiz, que nada tuvo que ver en el equipo Kelme.

El excorredor abulense, que ya denunció estas prácticas en el diario As , en el 2004, corroboró lo que dijo hace casi nueve años, aunque con más detalles. Por ejemplo, explicó que Fuentes ideó camuflar las bolsas de sangre en el interior de tetrabriks, concretamente de la marca de vinos Don Simón, para transportarlas a Francia, a fin de que los corredores del Kelme pudieran realizar las transfusiones durante el Tour del 2003, en el que él sufrió un desfallecimiento a consecuencia de un fármaco que toman los perros, cuando iba escapado camino de Morzine, a rueda de Richard Virenque. "Cuando desperté en la ambulancia, Joan Mas (ya fallecido), el mánager, me dijo: 'no te dejes hacer ningún análisis en el hospital o nos vamos todos a la cárcel'".

Señaló a Belda como inductor del dopaje, el que obligaba a medicarse con sustancias prohibidas a todos los ciclistas bajo amenaza de despido, el que exigía a los médicos que les pusieran más dosis con frases como "no se van a quedar calvos", el que les pasaba pastillas de escondidas, cuando bajaban al coche durante las etapas, para que sudaran y orinaran mucho, a fin de burlar, luego, los controles. Y, además, cuando intuía que un ciclista no andaba fino, o con pocas fuerzas, lo enviaba a la consulta de Eufemiano con frases tan ejemplares como "ve a visitar al canario para que te cambie el aceite".

LOS CUADROS DE LOS HOTELES El canario no era otro que Eufemiano al que citó como proveedor de las sustancias dopantes. "Llegaba a los hoteles con su flamante Porsche cargado de bolsas". Uno de esos hoteles fue el lujoso Reconquista, en Oviedo (Vuelta 2003). Manzano contó como Fuentes entró en su habitación con una cacerola a la que echó agua caliente para calentar la sangre, descolgó uno de los cuadros de la pared. En el gancho colgó la bolsa de sangre, lo pinchó en el brazo y allí mismo "tapado con una toalla" comenzó la reinfusión, una táctica dopante y constitutiva de un presunto delito contra la salud, lo que se juzga en Madrid. "De vez en cuando pasaba Yolanda Fuentes para comprobar si seguía vivo o me había muerto".

"Gané dos etapas durante mi carrera; una fue en la Volta. Iba totalmente dopado. Pero me ponía unos polvos blancos en la punta del pene que me había dado Eufemiano para orinar y camuflar el dopaje en los controles". Nada se le escapaba al médico canario "que se movía por España con bolsas de sangre como Pedro por su casa". "Pero yo hablé porque deseaba cambiar el ciclismo. Lo que otros no querían hacer" concluyó Manzano.