Queridos lectores: sintiéndolo mucho todavía no me he podido despegar de esa preciosa sensación que me ha invadido intensamente desde el pasado domingo en Almendralejo, mi localidad natal, con la celebración de la media maratón, su quinta edición, que por primera vez llevaba mi nombre.

Seguro que hay muchos otros, los tengo en mente, deportistas y trabajadores del atletismo, promotores de este bello deporte que nos curte no solamente físicamente sino mental y espiritualmente. Por eso me gustaría hacer extensivo ese homenaje a todos ellos, monitores, entrenadores, padres, atletas, al fin y al cabo, lo del domingo, y congratularmente de que es una fiesta del atletismo por las calles de la ciudad.

Pero dejo de mirar para mis adentros y hago una reflexión de las que, por deformación profesional, me vienen encima en cada evento y me pica más en uno que me toca de cerca, muy de cerca, por tratarse en mi tierra, en Extremadura, y en la localidad en la que nací.

9.00 de la mañana, más de 200 personas que van a disputar la prueba se van arremolinando en la Plaza de Espronceda, junto a la salida, recogiendo dorsales, con ellos otros cuantos voluntarios y otros cientos de amigos, acompañantes, espectadores, que poco a poco se acercan al punto de encuentro.

Nueve de la mañana, ningún establecimiento, bar, cafetería o restaurante abierto en los alrededores de la plaza, los cafeteros o los que se querían resguardar por unos minutos del frío todavía reinante, o los que llegaban con los deberes por hacer con el desayuno, nos tocó hacer periplo por los alrededores, algo fácil para los locales, pero más complicado para los muchos y probablemente mayoría, de foráneos que nos visitaban.

Considero que es una asignatura pendiente en lo que a organización de eventos deportivos se refiere. Los negocios locales no pueden vivir de espaldas a estas oportunidades que les ofrecen actividades y eventos organizados, además, por su propio ayuntamiento y deben, además, apoyarlos, porque entre otras cosas será para el bien común.

Por otro lado, la organización debe cuidarlos para ofrecer, sin gasto alguno para ella, una mejor experiencia para los que participan y para los que visitan. Esta es mi aportación para este gran día para mí.