Todos sabemos que hay días y momentos circunstanciales que cambian nuestras vidas. En muchas ocasiones te das cuenta en ese mismo instante. En otras, has de esperar un tiempo más. El fútbol no es algo más que una parte de la vida. Y en el fútbol, hay partidos que cambian para siempre la vida de los clubes. Ese partido, para el Extremadura, se disputó el 9 de junio de 2018 en el Municipal de Anduva, en Miranda de Ebro. Era el partido de vuelta de semifinales por el ascenso a Segunda División. En Almendralejo, el Extremadura había perdido por 0-1 y se marchó a la batalla de Miranda en busca de la heróica. Dos goles de Zarfino, el héroe de Anduva, provocó una remontada mágica en un campo donde ese año nadie había ganado. El Extremadura salió de aquel coqueto estadio con un billete para la final, pero en la mente de todos, de jugadores, empleados y aficionados, la sensación es que aquel día se estaba ascendiendo al fútbol profesional.

«Salimos de allí lanzados. Lo que vivimos en Anduva fue algo mágico. Todavía escucho algunos sonidos y se me pone la piel de gallina. Para mí, ha sido uno de los partidos más importantes de mi vida», dice Zarfino, emblema azulgrana.

Del espíritu de Anduva quedan muchas fotografías en la mente. En la sala de prensa de la ciudad deportiva aún está la imagen de todo el equipo celebrando el pase. Y en la mente de todos, aquella estampa de los capitanes Aitor y Willy, cabeza con cabeza, antes de iniciarse el partido. «Nosotros teníamos la sensación de que íbamos a hacer algo grande. Fue un partido redondo y una sensación increíble con toda nuestra afición de Almendralejo allí», confiesa Willy. El capitán no esconde que «cuando pisemos ese campo nos vendrán de nuevo muchos recuerdos, pero ahora es un partido distinto y tenemos que reaccionar».

Aitor Fernández, ahora en la Cultural Leonesa, ha llamado estos días a Willy para darle el ánimo suficiente para buscar la reacción: «aunque ahora esté en otro equipo, aquellos momentos que vivimos con la familia del Extremadura fueron inolvidables. Y estoy muy orgulloso de aquellos momentos», dice Aitor.

De aquel ‘Espíritu de Anduva’ quedan siete jugadores ahora en el Extremadura: Willy, Zarfino, Kike Márquez, Ale Díez, Lomotey, Valverde y Pardo.

«Sabemos que es un partido muy especial, pero ahora somos los dos de Segunda División, hay otros jugadores y tenemos que concentrarnos en los tres puntos», dice con más frialdad Kike Márquez, que fue determinante aquella tarde de junio con una asistencia de gol.

El Extremadura sabe que no hay mejor escenario para reaccionar que hacerlo en Anduva, el lugar donde empezó todo. También lo sabe la afición, que ha llenado un autocar de valientes para estar en Miranda de Ebro, donde quedó una gran impronta con los aficionados burgaleses que ya le esperan con los brazos abiertos.

El próximo sábado, día 9 de noviembre, habrán pasado exactamente 15 meses de aquella batalla de Miranda de Ebro en la que el Extremadura salió con medio billete de fútbol profesional. Aquella tarde, en Anduva, al Extremadura le cambió la vida. Le sonrió el fútbol, los goles y la fortuna. Anduva no es un campo cualquiera para los azulgranas. Anduva es el templo dorado. El punto de partida de un sueño que no quiere terminar.