"¿Quién nos hace la cama?", preguntó, ingenuo, un ciclista español a su llegada a la villa olímpica. Cosa tuya, le dijeron, igual que lavar la ropa. Los deportistas tienen que ir a pie con sus bolsas y dejarlas en la lavandería, donde guardan cola de forma disciplinada. Nadie tiene privilegios en unos Juegos y hay que compartir habitación en la villa como vecinos de unos edificios de tres plantas, casi como si estuvieran en una casa de colonias. También pueden coincidir tres inquilinos en el mismo espacio. Los baloncestistas Rudy Fernández y Jaume Comas, por ejemplo, prefieren dormir en un colchón encima del suelo para estar con sus compañeros en lugar de hacerlo en la planta de los técnicos y auxiliares.

Serán 321 de los 322 olímpicos españoles en los Juegos de Atenas. Faltan por llegar unos cuantos, entre ellos los 59 de atletismo, el grupo más numeroso. Sólo la tenista Conchita Martínez se ha resistido a la petición explícita del Comité Olímpico Español (COE) de residir en ese gran punto de encuentro y zoo de la especie humana, y no por las condiciones de cautiverio sino de diversidad de razas y fisonomías, que es la residencia de unos 10.500 deportistas.

Pisos sin cocina

La villa de Atenas, de la que el presidente del COI, Jacques Rogge, dijo que era "la mejor de la historia", merece el aprobado general, aunque los dirigentes son más generosos en el examen que los deportistas. Los pisos son suficientemente amplios para Xavi O´Callaghan, el jugador de balonmano del Bar§a, aunque se extraña de que "no haya una cocina". No tan optimista se muestra Roberto Dueñas, que se consuela a medias con una cama de 2,10, gracias a un alargo suplementario, para su enorme cuerpo, 10 centímetros más largo. No dejan de colgarle los pies, como a Pau Gasol. "Pero son muy estrechas", recalca el pívot.

La misma diversidad de opiniones existe sobre la comida. O´Callaghan se conforma con la pasta, arroz, comida griega y "asiática" del bufet del gran comedor. España tiene como vecinos a México, Francia y Canadá.

En los edificios no faltan las banderas y emblemas nacionales, lo que puede ser tanto un símbolo de orgullo patriótico como una buena orientación durante los primeros días en una villa que parece un barrio nuevo de pisos de clase media. En los cuatro bloques de España, no falta algún toro en la rojigualda o un escudo enorme del Madrid en la bandera, cosa de la ciclista Dori Ruano. A la espera de la competición, y al margen de los entrenamientos, matar el tiempo es el gran asunto pendiente. Jugar a cartas es un pasatiempo clásico de los deportistas.