345 kilómetros. 4.500 metros de desnivel y más de trece horas sobre la bicicleta divididas en dos jornadas. Los componentes del Extremadura-Ecopilas recorrieron el pasado fin de semana la región de sur a norte por los caminos y veredas de la milenaria Vía de la Plata. No era una prueba competitiva, pero al equipo extremeño de bicicleta de montaña le ha servido para mantener intacta la moral y el espíritu competitivo en estos tiempos en los que a causa del coronavirus apenas hay pruebas oficiales.

Fueron dos días de compañerismo, donde a los ciclistas del Ecopilas se fueron sumando diferentes aficionados allá por las múltiples localidades que atravesaron.

La primera etapa llevó a los ciclistas de Monesterio a Cáceres. Nada menos que 200 kilómetros. Para evitar el calor había que salir tempranito, así que a las 7 de la mañana estaban todos preparados. Al grupo de Ecopilas rápidamente se unieron ciclistas de varios clubs de la zona, como el Ankay, Corona Chica y Puerto Lobo, que iban retirándose a medida que cumplían los kilómetros que se habían marcado, aunque el testigo era rápidamente recogido por otros.

El calor apretaba cuando los ciclistas pasaban junto al embalse de Cornalvo y bordeaban el parque natural. La ganas de darse un chapuzón eran muchas, pero había que seguir pedaleando. Y así se llegó hasta Aljucén, última población de la provincia de Badajoz y, en principio, el punto y final de la primera etapa, aunque siguiendo las indicaciones de Alejandro Díaz de la Peña se alargó hasta la capital cacereña. Por la localidad de Alcuéscar apareció la lluvia, pero lejos de bajar la temperatura aumentó la sensación de bochorno. Quedaba menos y todos hicieron un último esfuerzo hasta llegar a la residencia del Centro de Tecnificación Ciudad Deportiva de Cáceres. Control de temperaturas (la seguridad ante todo) y a descansar. Había que recuperar fuerzas para la siguiente jornada.

La segunda etapa

El esfuerzo extra del primer día hacía que la segunda etapa fuese bastante más corta, de solo 145 kilómetros, la distancia que separa Cáceres de Baños de Montemayor por la milenaria Vía de la Plata. Cuando la capital aún dormía, los ciclistas del Ecopilas ya debajan atras sus calles. Había menos kilómetros, pero el recurrido iba a ser más duro.

En Cañaveral, tras más de dos horas de pedaleo casi sin descanso, se unieron algunos aficionados de Plasencia, del propio club GR 100. Tras el avituallamientos, tocaba seguir. Riolobos, Galisteo y San Gil, donde la gente de Placeat dio un cariñoso recibimiento al grupo.

Aún quedaba un largo trecho y el calor y el kilometraje ya empezaban a pasar factura. Carcaboso, la ciudad romana de Cáparra y Aldeanueva del Camino serían los puntos de paso antes de llegar a la antigua estación de tren de Baños de Montemayor, donde el camino natural de la Vía de la Plata y su vía verde ponían punto final a la aventura del Extremadura-Ecopilas.

Junto a los ciclistas del equipo extremeño de btt hubo un aficionado, Miguel Muñoz, que se propuso hacer íntegro el recorrido y casi lo consigue, aunque seguir el ritmo de los profesionales era prácticamente imposible. «Fundido» acabó la segunda etapa Íker Martín, el participante más joven, de solo 15 años y corredor de la Escuela Ciclista GR100 MTB, que se empapó de los consejos de los mayores.