Han sido noticia durante las últimas horas estos dos nombres ilustres. Y lo han sido por el homenaje que a la arquera (Fátima Agudo) se le ha tributado en Cáceres y por el adiós del karateca (Lolo Rasero) a la gran competición. Fue en Leganés, a lo grande, con una medalla de bronce, un broche de oro a una trayectoria espectacular.

Qué coincidencia. Y es que estamos ante dos de los más grandes deportistas extremeños de todos los tiempos. Qué fatalidad que sus respectivas disciplinas sean minoritarias, porque la cantidad de triunfos de carácter nacional e internacional de ambos es para enmarcar en la sala de trofeos más especial.

Al karateca de Higuera de Vargas le conozco menos, pero todas las veces que he estado con él me ha dado la impresión de ser un tipo humilde, como Fátima. Lolo, que ha llegado a dominar el karate español durante muchos años, se retira por razones profesionales, en plenitud, algo que llevaba barruntando durante mucho tiempo, desde que tuvo que emigrar a Andalucía a ejercer de profe. Rasero, que tiene un hermano, Luis Francisco, que ha llegado a discutirle su supremacía, se dedicará ahora a enseñar también su deporte, quizá solamente en sus ratos libres, pero dejando una impronta de campeón.

Como campeona fue tratada ayer Fátima Agudo en el contexto del torneo Cayetano Martínez, disputado en el Pabellón Multiusos de Cáceres. El tiro con arco, una disciplina que siempre ha dado satisfacciones al deporte extremeño, incluso antes del oro olímpico de Juan Carlos Holgado en los Juegos de Barcelona en 1992, ha mostrado su mejor cara siempre, y ahí ha estado la eterna Fátima. La arquera, laureada y reconocida siempre, nunca ha alardeado de nada --y tenía motivos para ello-- y siempre ha mostrado su mejor cara. Fátima-Lolo, qué orgullo de gente.