El presidente del Cacereño dice que ha empezado la temporada con ganas. Anuncia que, siempre que le sea posible, acudirá regularmente al Príncipe Felipe para presidir los partidos. El sábado, frente al Don Benito, Félix Campo se encontraba relajado. Hablaba con todos los que se le acercaban y mostraba una predisposición muy alejada de otros tiempos más revueltos.

Incluso, en privado, mostró mucha más cordura a la hora de analizar los tensos momentos que se vivieron en la segunda parte del choque del sábado que el resto de protagonistas. No quiso valorar la actuación arbitral, ni siquiera en los momentos inmediatos a la finalización del partido: "Si el colegiado vio penalti, no soy nadie para decir lo contrario. Hay que ser más frío y dejar trabajar. La televisión dirá si fue o no pena máxima". Luego, en la privacidad de las oficinas del club, reprochaba sin ruido el excesivo nerviosismo del técnico local en momentos concretos y que motivaron su expulsión.

Mal estado de ánimo

Sorprendía que en la presente temporada ya hubiera visto varios partidos desde el palco. "Mi estado de ánimo, motivado por una desgracia personal, no era el más adecuado para venir. Ahora que me encuentro mejor, mi intención es venir a ver todos los partidos. Me veréis mucho por el estadio este año".

Le gusta el plantel. "Estoy contento. Me gusta mucho su actitud y la calidad". Aún así, es prudente: "No nos equivoquemos; esto no ha hecho más que empezar". En los últimos días, había surgido la sempiterna y cíclica cuestión de la venta. Incluso se había dicho que el empresario había tasado el Cacereño en cinco millones de euros. Campo hace una mueca, mezcla de sonrisa cínica y actitud indulgente. Sabe que no puede evitar los comentarios y, sin mucha convicción de que se le vaya a creer, apunta: "Estoy acostumbrado. Los rumores aparecen siempre cada cierto tiempo". Y remacha: "No se ha intentado vender en ningún momento y me remito a lo que mi hijo dijo en verano. El club no está en venta. Pero todo tiene un precio. Si alguien pierde la cabeza y ofrece el oro y el moro, sería cuestión de sentarse y hablar. Pero no hay nada; solo palabrería".

Por último manifestó la predisposición a reunirse con la alcaldesa, Carmen Heras.