Los ojos, los millones de ojos, de todo el mundo están puestos en Fernando Alonso, el jovencísimo piloto asturiano que, en sólo un año, a lo sumo dos, ha roto con todos los récords de precocidad del mundo del automovilismo. Perdón, le queda sólo uno, ser el campeón más joven de la historia del gran circo de la F-1. Y para cumplir ese sueño, sin duda el más difícil, la revelación del 2003 tiene nada más y nada menos que tres años, tres temporadas en las que, en Renault o en Ferrari --muchos ya lo ven de rojo cuando concluya su contrato en el 2006--, en McLaren o en Williams, que también lo pretenden, puede convertirse en el rey más joven de la F-1. Un reto que ilusiona extraordinariamente a una España que hasta ahora no había prestado mucha atención a la especialidad. "Si alguien buscaba heredero para Schumacher, ya está servido". El pronóstico lo lanzó al aire la mismísima Gazzetta dello Sport cuando Fernando Alonso arrolló a todos sus rivales en el Gran Premio de Hungria de este año. Ese mismo día, los grandes mitos del deporte español proclamaron las excelencias del nuevo ídolo mundial."Figuras así sólo salen de tarde en tarde, a cuentagotas", dijo Federico Martín Bahamontes. "Ha dejado boquiabierto a todo el mundo", afirmó con orgullo Angel Nieto. "Fernando abrirá la puerta a la F-1 a toda una generación de jóvenes campeones", comentó Manolo Santana. "Me entusiasma el hecho de que Alonso se convierta en un gran embajador del deporte español", dijo Severiano Ballesteros.Pero, la verdad, es que el joven asturiano, que ha sorprendido este año logrando todos los récords de precocidad del Mundial (victoria, podio, pole y vuelta rápida), preferiría pasar a la historia como el gran conquistador de título, no como el hombre que consiguió que la F-1 llegara a todos los hogares españoles. Aunque eso también le interesa, "porque eso ilusiona a cualquiera", pero su meta no es otra que ocupar el trono de Michael Schumacher."No tengo prisa pero desde luego no pienso desaprovechar ni una sola de las oportunidades que se me presenten", comentó Alonso después de ultimar su preparación física en la inmensa finca que su jefe, Flavio Briatore, posee en Kenia y cuyo nombre es Lion on the Sun (León al sol). Alonso es consciente de que Renault no ha llegado todavía al nivel de Ferrari, McLaren-Mercedes y Williams-BMW. "Pero si seguimos por este camino, nos pondremos a su altura, seguro".Los grandes, los más ricos, parten, de momento, con ventaja. McLaren-Mercedes, por ejemplo, lleva ya meses rodando con el nuevo coche, cuyas especificaciones para el 2004 han sido más que probadas, especialmente ese nuevo motor --único que puede utilizarse durante todo el fin de semana-- más pesado, más fuerte, indestructible --debe de soportar 800 kms a toda marcha-- y, por tanto, tal vez menos veloz."Ni hablar, necesitamos más caballos que este año y, por tanto, espero que nos los den. Es más, me cuentan que en el banco de prueba los da. Pocos, pero ofrece más potencia, esperemos que también más fiabilidad y prestaciones".Alonso sabe que todas sus posibilidades pasan porque los diseñadores que sustituyeron al listo Mike Gascoigne, que al final fichó por Toyota afortunadamente tras diseñar el coche del próximo año de Renault, hayan acertado con el coche ganador. Y también, claro, que el revolucionario motor, cuya primera evolución llegará ya en la cuarta carrera de la temporada, empuje, ofrezca caballos y no se rompa fácilmente.Alonso, que hace siete días se hizo el nuevo asiento, cree que podrá probar su nueva arma el próximo 29 de enero. Y, a partir de ahí, intentará seguir complicándole la vida a los favoritos. En el 2003, ha terminado por delante de David Coulthard (McLaren) y pegadito, muy pegadito, a Ralf Schumacher (Williams). El objetivo se llama Schumi. El pentacampeón invencible, el tipo que espera un heredero con la mayor de las tranquilidades posible.