¿Se imaginan que juegan al fútbol pero solo pueden entrenarse en un campo de fútbol sala? Pues algo así es lo que le sucede al Femenino Cáceres, que el domingo se proclamó subcampeón de Europa de fútbol playa sin entrenar ni una sola vez en un campo de fútbol playa y compitiendo contra los mejores del continente, «equipos con muy buenas instalaciones para este deporte».

«Lo único que tenemos es un campo de voley playa, cuyas dimensiones son apenas un cuarto del campo de fútbol playa», cuenta Ernesto Sánchez, entrenador del equipo, que en esta ocasión no ha podido dirigir a las jugadoras por motivos personales y ha sido su ayudante, Juan Luis Pani, el encargado de hacerlo. «¿Qué pasaría si tuviéremos campo para entrenar?», era la pregunta que lanzaba este último en las redes sociales. La respuesta tendrá que esperar.

Instantes antes del comienzo del partido del domingo.

Todos esas carencias se suplen «con ganas y actitud», aunque el mayor secreto se encierra detrás de la palabra equipo. «Porque, por encima de todo, somos un equipo», recalca Sánchez.

Buena prueba de ello fue la aventura de Bárbara Santibáñez, María Polvillo, Yipsy Ojeda, Manoly Baquerizo y Andrea Fernández, que no compitieron en el campeonato de Nazaret, donde solo podía haber diez jugadoras por equipo. El sábado, tras ver perder a sus compañeras contra el Mriya ucraniano, se plantearon ir para darles apoyo moral. La decisión fue rápida y, tras encontrar hotel y meter cuatro cosas en la mochila, al coche y rumbo a la localidad portuguesa.

Bárbara Santibáñez, María Polvillo, Yipsy Ojeda, Manoly Baquerizo y Andrea Fernández, antes de viajar hasta Nazaret.

Sorpresa en Nazaret

Sorpresa en Nazaret«Estábamos jodidas por la derrota», confiesa de forma muy gráfica Tati «y nos fuimos a pasar la tarde a la playa. Entonces vinieron los entrenadores y nos dijeron que íbamos a hacer un juego, que todas miráramos hacia el mar... De repente, empiezan a surgir gritos detrás de nosotras... Eran nuestras compañeras, las que nos faltaban», relata la guardameta de Monroy. «Fue de película».

Esa visita sorpresa sirvió para levantar el ánimo del equipo y darles las fuerzas necesarias para el último partido, ante el Zvevda ruso, el mejor equipo del ranking.

Y aunque el domingo intentaron por todos los medios que sus compañeras accedieran al estadio, fue imposible, las medidas de seguridad sanitarias no lo permitieron. «Pero no sé cómo ellas se buscaron un balcón desde el que podían vernos. Y nosotras a ellas también. La conexión fue muy bonita», añade Tati.

Una acción del partido del domingo.

«Es un logro tremendo, un éxito brutal, nos hemos enfrentado a equipos que entrenan al fútbol playa durante meses y nosotras apenas lo hemos hecho un mes, y sin un campo reglamentario», cuenta Ernesto Sánchez.

El fútbol playa es habitual en los veranos del Femenino Cáceres desde el 2015. Campeón en todos los torneo regionales, ha destacado en los nacionales y ahora también en los internacionales. El subcampeonato en Portugal le ha llevado hasta el puesto número 6 del ranking europeo. Y todo sin un campo para entrenar. «Nosotras entrenamos a la vez que jugamos, tenemos que ser rápidas en coger las medidas al campo y los movimientos», dice Sánchez.

El fútbol playa es un deporte explosivo, de esfuerzos cortos y muy intensos. Por eso es muy importante la rotación, que nadie juegue más de tres o cuatro minutos seguidos, explica el entrenador del Femenino Cáceres. «Ahí estuvo perfecto Pani», añade Tati, que se lamenta de esos dos minutos malos ante el Mriya que les han privado de ser campeonas de Europa. «Ahí se escapó el oro», reconoce Sánchez sin reproches. «Pero el éxito es reponerse y ganar a las número uno, un equipo con un gran bagaje internacional».

Con la medalla de plata al cuello han vuelto las jugadoras del Femenino Cáceres a su ciudad. Pero nada de celebraciones. Este lunes por la tarde, pruebas PCR y a entrenar pensando ya en la Liga Reto Iberdrola. El gran objetivo del equipo.