Decía Jesús Quintero, el Loco de la colina, al que, por cierto, no se le veía demasiado estresado en las gradas de Jerez, vestido de motard con su lujosa chupa de cuero, que "el hombre siempre vuelve donde se le da afecto". Y lo decía mientras admiraba y disfrutaba de uno de "los mayores espectáculos del mundo, de una de esas fiestas que uno sería incapaz de inventarse". No piensa lo mismo Pere Navarro, director general de Tráfico, quien, posiblemente hoy, cuando haga balance del fin de semana del Gran Premio de España, que citó en Jerez a 138.168 aficionados, con sus 55.000 motos y 30.000 coches, decidirá si propone, tal como amenazó el pasado viernes, suspender la carrera, "porque cualquier fiesta que produce muertos, aunque solo sea uno, debe suspenderse". El pasado año murieron en Jerez nueve aficionados; ayer, al cierre de esta edición, se contabilizaban tres.

DIA DE CELEBRACIONES Nadie como Valentino Rossi sabe lo que es Jerez. Bueno, sí, tal vez Jorge Lorenzo haya aprendido, con la celeridad que lo aprende todo, que esta es la catedral del motociclismo, mucho más, tal vez, que Assen (Holanda). De ahí que los dos grandes triunfadores de ayer fuesen estos dos grandes, enormes, pilotos que, a su faceta de motards voladores, de campeones, añaden ese punto de simpatía (artificial para algunos, pero admirada por todos) que les permite conectar, mejor que nadie, con los aficionados. Rossi y Lorenzo se saben tan queridos que preparan sus propias celebraciones.

Mientras el húngaro Gabor Talmacsi (Aprilia) era incapaz de contagiar a la afición de su inmensa felicidad, tras ganar sobre la misma línea de meta al checo Lukas Pesek (Derbi), Rossi y Lorenzo se organizaron sus propias fiestas. El italiano, imitando una de esas excéntricas celebraciones del fútbol americano ("lo vi un día en TV y me encantó"), hizo que varios miembros de su club de fans se disfrazasen de bolos y él los derribó de un bolazo. "Cuando haces un strike así en la bolera, es una gozada", dijo Valentinik . Lorenzo se fabricó una bandera que ponía Lorenzo´s land y la clavó en la arena del circuito de Jerez: "Cada vez que conquiste un gran premio, un país, clavaré esta bandera para que se sepa que ésa es la tierra de Lorenzo".

Las victorias de Rossi y Lorenzo hicieron vibrar a la afición. Más el mallorquín que el italiano, pues Jorge tuvo que pelear, más que codo con codo, carenado contra carenado, contra aquellos que quieren abortar su reconquista. Lorenzo se partió la cara con un prodigioso Alvaro Bautista (segundo en su segunda carrera en dos y medio ), Andrea Dovizioso (un chuparruedas , que volvió a ser derrotado) y un peleón Héctor Barberá, que hasta que se fue por los suelos era el que más miedo daba al campeón, enemigo personal suyo.

Rossi, que tras 19 grandes premios en la categoría reina aún no ha tenido un pulso, un bis a bis , un codo con codo con Dani Pedrosa, ganó en un visto y no visto. El tricampeón español salió como una auténtica bala, pero Rossi le superó cinco curvas más tarde y adiós gran premio. "Dos podios en las dos primeras carreras no está mal, pero me duele no haber podido hacer aún más feliz a esta afición tan maravillosa", manifestó Pedrosa, lamentándose