Ellos no se jugaban nada en la etapa de ayer. No había que madrugar. Les dijeron que si querían un poco de marcha se fueran a la discoteca Capital, en el barrio de Salamanca. Eran dos ciclistas que andan perdidos en la general. Avisaron por teléfono a uno de los excorredores que en la Vuelta, como en el Tour, conducen los coches en los que van los invitados que quieren ver la etapa en vivo y en directo.

Los recogió en el hotel a eso de la medianoche. "Solo íbamos a tomar un cacharrillo". El cacharrillo se alargó hasta pasadas las 3 de la madrugada. Con el vaso en la mano, con la música a tope, uno de los corredores exclamó: "¡Anda! ¡Pero mira quién acaba de entrar!". Era Floyd Landis, el que viste y calza, el que solo pudo aguantar la victoria en el Tour por tres días, el que dio positivo por testosterona, el que hará campeón a Oscar Pereiro.

Landis tiene un amigo en Madrid. Es Miguel Angel Martín Perdiguero, corredor del Phonak, el que abandonó la Vuelta quejoso de que hubiera tantos y tantos controles. Es el que le recomendó que contratase los servicios de los abogados Luis Sanz y José Maria Buxeda, expertos en defender a ciclistas que han dado positivo. Landis tiene previsto reunirse con ellos porque ha juntado documentación en la que trata de demostrar que hubo anomalías en el contraanálisis que se practicó en el laboratorio de París. Lleva al menos 300 folios. La lucha legal se puede ampliar durante muchas semanas y hasta varios meses.

En un hotel de la plaza de Castilla se hospeda el Phonak desde el viernes. Por ahí pasó Landis, antes de que los ciclistas llegasen de Ciudad Real. Saludó a los auxiliares que esperaban a los corredores. Siempre sonriente, Landis quiere que se le vea: ha dicho que él no tiene nada que esconder.