No se atrevía a salir del autocar. Los chavales, y no tan chavales, con los jerseys naranjas, se colocaron frente al vehículo del conjunto vasco. Desplegaron una gran pancarta: "Animo, Iban!". Empezaron a corear su nombre. Hasta la multitud que se agolpaba junto al autocar de Lance Armstrong, hasta las decenas que esperaban la aparición de Thomas Voeckler, todos, todos, quisieron saber de dónde procedían los gritos: "Aquí está, ésta es, la afición de Iban Mayo!".

Por estos gritos, por estos ánimos, por esa expresión de su cara, su emoción, los aplausos que el propio corredor les dedicó... Por eso, declinó ayer Mayo toda posibilidad de dejar el Tour, de regresar a Euskadi.

Mayo llegará a París, aunque ayer por la mañana, antes del improvisado homenaje, Miguel Madariaga, el mánager de la formación, no lo tenía claro. "Será un día muy duro. Dios quiera que no haya viento y que Iban no se quede cortado". ¿Cortado? ¿En el llano? ¿En una etapa de transición? El Iban Mayo cabizbajo, con la moral por los suelos, desconocido, no es el mismo que surcaba las carreteras francesas cuando ganó el Dauphiné Libéré, cuando humilló a Lance Armstrong en el Mont Ventoux. "El Mayo del Dauphiné Libéré era un corredor muy, pero que muy peligroso, para Armstrong", reflexionó ayer Johan Bruyneel, el técnico del US Postal.

Juego de palabras

Para Bruyneel, ayer, no había duda alguna. El ciclista vizcaíno se ha equivocado en la planificación. "Iban perdió el Tour en mayo", añadió el técnico belga haciendo un juego de palabras. "No se pueden hacer tantas exhibiciones antes del Tour", añadió. Mayo, sus preparadores, todos creían que no alcanzaba la plenitud en junio. Hasta dijeron que, por aquel entonces, estaba al 80% de la forma. Ahora, todo es distinto. "El cuerpo no me funciona", se defendió el corredor. Madariaga tenía otra opinión: "Lo que no le funciona es la cabeza. No ha admitido la presión. Lo que le ocurre se debe a un problema mental. Sucumbió a la presión periodística".

Pero ha habido más cosas. El año pasado, Mayo, al igual que Haimar Zubeldia, ya en casa lesionado, afrontó el Tour como una aventura. Y triunfó con su compañero. Este año todo cambió. Por ejemplo, tras su exhibición en el Dauphiné Libéré, Mayo tuvo que salir por piernas de un hipermercado cerca de Durango, agobiado por tantos autógrafos que le pedían.

En el Euskaltel le montaron actos por todo lo alto. El equipo fue despedido de forma solemne en su partida hacia Francia, tres días antes de que lo hicieran el resto de formaciones. Las autoridades vascas despidieron al autobús.