En estado puro. De menos a más, con las ideas muy claras y sacando las uñas cuando el guión no le gusta. Así comenzó la primera representación de José Mourinho como técnico del Madrid, club con el que firmó un contrato por cuatro temporadas, a razón de 10 millones de euros netos por cada una. El extécnico del Inter no admite que su estilo sea defensivo. No se considera el mejor técnico del mundo, aunque se ve entre los mejores. Tampoco se declara antibarcelonista ni tiene miedo al equipo de Guardiola y cree que con tres o cuatro fichajes tendrá un equipo diseñado para ganar.

Su delgada figura acaparó toda la atención en una abarrotada sala de prensa. Flanqueado por Jorge Valdano, Mourinho apareció sereno, algo abrumado por tanta expectación, y dando el primer golpe de efecto al apuntar que está poco rodado con el castellano, un idioma que domina a la perfección. Después de apuntar que desconoce si ha nacido para entrenar al Madrid, admitió: "Me motiva el reto de dirigir a un equipo que ha sufrido tantas frustraciones en los últimos años".

Ni siquiera se alteró cuando en la segunda pregunta se le planteó una posible destitución si no cambia la dinámica perdedora del club. "Yo tengo muchísima autoestima y confianza. Llego tras haberlo ganado todo y siempre quiero más. No pienso en una destitución. Tenemos cuatro años para construir un equipo con identidad y apuntalar el futuro. El segundo año de un entrenador es clave. Lo bonito no es dirigir al Madrid. Lo bonito es ganar", manifestó el técnico portugués.

FRENAR AL BARÇA El segundo acto tuvo un tono más elevado. Salió a la luz el Barcelona en todas la vertientes. En el rechazo de los seguidores azulgrana hacia su figura y en el modo de frenar la maquinaria del equipo de Guardiola. "No soy antibarcelonista. Soy entrenador del Madrid y me preocupa la construcción de mi equipo, no el Barça, que está a un gran nivel. Si soy odiado allí no es problema mío, sino de quien odia. Respetamos al Barcelona, pero la palabra miedo no está en mi diccionario futbolístico", dijo Mourinho, que preguntó a Valdano si el primer choque de Liga podría ser contra el equipo catalán. "Me gustaría. No necesitaría motivar a mis jugadores", añadió Mou .

Luego declinó hablar de fichajes. "Si digo una palabra de uno es un millón más y si digo 10 palabras, son 10 millones más", apuntó para justificar su silencio. Para el nuevo inquilino del banquillo blanco, la identidad del equipo no tiene nada que ver con la nacionalidad de los jugadores: "No necesitamos cambios dramáticos. Solo tres o cuatro jugadores para lograr un ideal de juego. El club está contento con lo que hay y yo también. Haremos ajustes, pero más que de nombres, de perfiles".

Y llegó el desenlace. El acto final, la traca que tenía preparada Mou cuando se le preguntó por su fama de entrenador defensivo. Ahí apareció Mourinho en todo su esplendor. "He jugado tres finales europeas, una UEFA y dos Champions. Ganamos las tres y marcamos ocho goles. Cuando se repite muchas veces una mentira, para los inteligentes será siempre una mentira, pero para los menos inteligentes se transformará en verdad. Por suerte hay más inteligentes en el mundo del fútbol. Un equipo organizado defiende bien, incluso con varios jugadores de ataque. Con Pandev, Eto´o, Milito, Sneijder y Motta defendimos bien. ¿Sabe por qué?, porque el técnico era un gran entrenador", dijo Mourinho, que cerró la representación con otra de sus perlas. "No soy un provocador. Soy un trabajador que defiende a su grupo", dijo el entrenador del Madrid poco antes de dejar algo frío al madridismo al asegurar que no puede prometer que el Madrid va a llegar muy lejos en la Champions. Algo extraño en un ganador.