Cielo despejado, azul, sin una nube a la vista. El termómetro marca 30 grados. Día perfecto para jugar, como le gusta a Rafael Nadal, que se entrena en la pista número 3 de Roland Garros con el júnior irlandés John Morrisey. Unas condiciones climáticas por las que el campeón mallorquín pagaría para tenerlas aseguradas hoy, cuando salte a la pista Philippe Chatrier (15.00 horas, TVE-1) para enfrentarse a Robin Soderling. No va a tener esa suerte. Las previsiones anuncian nubes por la mañana y tormentas y viento racheado a partir del mediodía.

El tiempo es una de las principales preocupaciones del tenista mallorquín y de su entorno, que estos días no han dejado de consultar en sus móviles las previsiones meteorológicas.

Nadal no quiere jugar contra Soderling como tuvo que hacerlo Roger Federer. La humedad hace la pista más lenta y reduce la eficacia de su golpe liftado. "No puede botar tanto, no tiene tanto efecto y pierde velocidad", ha explicado el tenista estos días. El tiempo es algo que no puede controlar y eso le crea una ansiedad que no había mostrado en ninguna de las otras finales disputadas antes en Roland Garros.

Nadal se machaca bajo el bochorno sobre la pista mientras su padre Sebastià, su tío Miquel Angel y su mánager Carlos Costa se refugian a la sombra en lo alto de las gradas. El júnior irlandés resopla y sufre el bombardeo de bolas durante más de una hora y media antes de decidir poner fin al entrenamiento, que ha alargado unos minutos más de los que había previsto Toni.

PREPARADO "¿Estem?, le pregunta el técnico, esperando el gesto afirmativo de su sobrino. Nadal sale de la pista serio pero relajado. El trabajo para afrontar la final está. "Estoy preparado, ahora a comer, pasear un poco esta tarde y descansar para mañana", dice. Sabe que se juega mucho. Está ante el examen final de París.

Un año después de marcharse por la puerta trasera de Roland Garros, está de nuevo donde quería. A las puertas de su quinto título. "La temporada puede ser perfecta o casi perfecta, según la veáis vosotros, aunque yo no la juzgaré ahora por un partido", dice, para añadir: ±Pase lo que pase mañana, personalmente me siento contento por el trabajo realizado y por volver hasta donde me había propuesto. Queda un partido, el más importante sin duda, pero los resultados y mis objetivos se han cumplido. He ganado los tres torneos de tierra más importantes y eso está ahí, nadie antes lo había conseguido", destaca.

Nadal afrontará la final con Soderling posiblemente con más nervios que otras veces. El tenista sueco le eliminó el año pasado y ha progresado en su tenis. Toni Nadal lo tiene claro. "La final será complicada. Nosotros estamos mejor que el año pasado pero él también, no sé si nos bastará", admite el técnico con su habitual escepticismo. "Estamos ante el partido más importante del año, de momento. Evidentemente que Rafael está ansioso. Es como cuando ganas una Liga y vas a jugar la final de la Champions", valoró.

EL RIVAL Soderling, que ayer se entrenó en la central de Roland Garros al mismo tiempo que Nadal, se siente capacitado para luchar por el título que se le escapó el año pasado. "Sé que puedo ganarle, lo he demostrado ya", dijo Soderling.

Del partido del año pasado le quedaba el recuerdo del enorme triunfo. "Aunque cada partido y cada torneo son distintos. Jugar en una final es algo excepcional y espero aprovecharlo aunque Rafa está jugando su mejor tenis en tierra".

Mientras tanto, hay quienes ven al sueco como claro favorito. Es el caso de su compatriota Mats Wilander. Pero eso no importa, piensa Nadal. Todo se tendrá que demostrar a partir de las tres de la tarde en la pista central de París. Ahí, el español ya ha salido triunfador cuatro veces. Y quiere la quinta, para lo que luchará al máximo.