Otra vez. Por segundo año consecutivo, Rafael Nadal volverá a estar en la final del torneo de Wimbledon y de nuevo Roger Federer, el campeón de las últimas cuatro ediciones, le esperará en la puerta de los vestuarios del All England Tennis Club para entrar juntos en la central, como hicieron hace un mes en Roland Garros.

Uno, Federer, dispuesto a tomarse la revancha de París y defender su título un año más e igualar las cinco victorias que logró entre 1976 y 1980 un tal Björn Borg, que ayer se sentó en el palco para verle jugar y apostó por él. "Creo que ganará Federer, si alguien tiene que igualar mi récord me gustaría que fuese él", dijo el sueco. El otro, Nadal, preparado para conseguir el más difícil todavía. Ganar al nº 1 en su jardín y romperle el pronóstico a Borg.

Ayer los dos resolvieron el trámite de las semifinales a ritmo de crucero. Federer ganando al francés Richard Gasquet por 7-5, 6-3 y 6-4 y Nadal aprovechando la retirada del serbio Novak Djokovic cuando dominaba por 3-6, 6-1 y 4-1. Ambos estuvieron en pista el mismo tiempo: 1 hora y 41 minutos.

Fue un detalle de Djokovic que en el mismo instante que vio en el marcador que Federer acababa de ganar a Richard Gasquet en la central se acercó al juez de silla para decirle que abandonaba. El serbio ya llevaba bastante tiempo medio cojo, por culpa de una ampolla en el dedo meñique de su pie izquierdo. Djokovik sabía que no tenía nada que hacer y no quiso perjudicar a Nadal.

MAS ENTRENAMIENTO Al campeón español, de todas formas, no le habría venido mal seguir un tiempo más en la pista para entrenar los restos, el saque y algún que otro golpe que hoy necesitará tener al 200% ante Federer. Y por eso, en cuanto finalizó su conferencia de prensa, no dudó en volver a las pistas de entrenamiento de Aorangi Park para ejercitarse durante media hora antes de marcharse a comer a su casa en Wimbledon, donde le esperaban su padre Sebastiá, sus tíos Miquel Angel y Marilen, además del expresidente del gobierno balear, Jaume Matas, buen amigo de la familia.

Nadal afronta hoy (15.00, Canal+ y Cuatro) la final con un espíritu distinto al del año pasado. Esta vez sí cree en la victoria. "Lucharé a tope, al cien por cien. El año pasado me faltó un pelo, todo fue nuevo para mí, no tuve convicción. En esta ocasión creeré en ganar", afirmaba a los periodistas que le preguntaban

por sus opciones ante Federer.Nadal se siente mucho mejor.“Soymejor tenista que el año pasado“,dice. Y las estadísticas loconfirman. En la carrera de campeones,la clasificación que sirveal final del año para designar aln° 1, por primera vez se ha colocadopor delante del suizo (886puntos contra 741) y, pase lo quepase hoy, la seguirá liderando.UN HOMBRE DE ATAQUE / Nadalse siente más fuerte. “Tengo unaño más de experiencia yhe ganadomás torneos. En Wimbledoncreo que he aprendido a atacarmejor, soymás agresivo entoda la pista, el revés cortado lohe mejorado, subo a volear másveces que otros años yestoysacandoun poquito mejor. Son pequeñoscambios en mi juego. Peroeso no quiere decir que tengalas armas para ganar a Federer oque mañana me pueda ganar entres sets”, valoró el mallorquín.El número 2 del mundo sabeque juega en campo contrario.“Federer es el favorito. Él ha ganado10 Grand Slam”, dijo RafaelNadal ayer.“La sensación es parecida cadavez que jugamos juntos. Es comonos pasa en Roland Garros,cuando jugamos en las finales.Tienes la misma sensación”, explicómientras tanto Federer.El número uno del mundo indicó,sin embargo, que la formaen la que ambos se habían metidoen la final había sido “totalmentediferente”.“El año pasado jugué de formaincreíble durante todo el torneo,no cedí un solo set, ytuveun cuadro increíblemente duro.Jugué contra Nadal yllegué conmuchísima confianza”, dijo.