"No hay un escaparate mejor a nivel global para una empresa con intereses en todo el mundo". Esa era la reflexión de Emilio Botín, el fallecido presidente del Banco de Santander, en mitad de su largo periodo de patrocinio en la Fórmula 1 que aún perdura. Heineken ha sido la última gran marca en llegar al Gran Circo, abandonando la Liga de Campeones de la UEFA. Se habla mucho de crisis en la F-1 pero la realidad es que los patrocinadores siguen apostando, mientras los grandes grupos de comunicación pelean por hacerse con la propiedad de los derechos. John Malone, el magnate de los medios, puja con más de 7.000 millones de euros por manejar ese circo.

Bernie Ecclestone inició el negocio a mediados de los 70, cuando el Mundial de F-1 estaba a punto de desaparecer por la crisis del petróleo. El ahora multimillonario octogenario fundó la FOCA, la asociación de constructores (escuderías) para gestionar la publicidad y los derechos de televisión. Poco después compró los derechos de organización a la Federación Internacional (FIA) por más de 100 años y convirtió la Fórmula 1 en un negocio mucho más que rentable. Después de algunas denuncias por monopolio, desmembró aquella FOCA inicial en una empresa principal, la FOM (Fórmula One Manamegent), y otras cuatro más, además de vender muchas de sus acciones a través del fondo de inversión SLEC al grupo CVC Partners, una empresa de capital riesgo que a su vez vendió parte a Bayerische Landesbank, J.P. Morgan Chase y Lehman Brothers . Tras la quiebra de esta última en el 2009, una gran parte de los títulos regresaron a manos de Bernie y CVC Partners a bajo precio, y Ecclestone sobornó a Gerhard Gribkowsky, un directivo del Bayerische Landesbank, para que le revendiera más títulos durante la crisis, de nuevo a bajo precio.

El juicio por este soborno dejó a Ecclestone temporalmente sin poder ejecutivo en CVC Partners, y pagó 100 millones de euros para solventar el asunto con la justicia suiza. CVC --que lleva ganados 4.400 millones de euros en 12 años-- posee el 35,5% de las acciones de la empresa matriz de FOM, aunque son las únicas acciones con derecho a voto junto al 13,8% propiedad de Ecclestone. Waddell & Reed, otro grupo de capital riesgo posee el 20% sin derecho a voto, y el resto son accionistas minoritarios.

Ese 35% del accionariado, la llave para manejar la F-1, es lo que persigue Darth Vader , el apodo que Al Gore puso a John Malone por su decidido y agresivo modo de enfocar los negocios. Malone posee una colección de medios de comunicación, empresas de telecomunicaciones y negocios de los entretenimientos, entre ellos los canales de televisión Discovery y Eurosport, la empresa Virgin Media o el equipo de béisbol de los Bravos de Atlanta. Por eso puede comprar la F-1 por más de 7.000 millones.