Interrumpo mi entrenamiento mañanero para compartir con vosotros unas reflexiones. Apenas puedo escribir por el tembleque que tengo en los dedos y brazos, intentaré que no se note mucho… ¡Ah!, que esto está escrito a ordenador. Perdón, es muy temprano… jaja. Son las 7:12, me he sentado entre serie y serie a descansar, escuchando los primeros cantos de los «apitos», como dice Celia. Parece que hoy el sol estará un poco oculto entre las nubes, pero seguro que asoman unos rayos de luz de vez en cuando.

Esta noche Celia pedía otra ronda de tapas, se ve que se había quedado con hambre anoche. El aguacate, tomate, champiñones, tortilla y no sé cuántas piezas de fruta parece que no eran suficientes, así que me ha pedido una ración de ‘jibia a la plancha, a las 5:10, vamos, lo que viene siendo un biberón nocturno.

Aprovechando que me tenía que levantar he decidido prepararme un café y ponerme a funcionar. No sé si ya lo he compartido con vosotros, pero ¿sabéis lo que es que amanezca mientras haces deporte? A mí me da una energía brutal, me encanta. Y en verano ni os cuento. Cuando estamos en Almería siempre vamos a Carboneras, un pueblo costero (que por cierto, le debo una columna a mi otra Gata, ¿no? mi Cabo de Gata). Allí me encanta madrugar para ir a correr y hacer deporte en la playa bien tempranito, que se pegue la arena por el sudor… jajaja. ¡Buah, qué flipe! Y luego bañito… ¡Uf! No quiero ni pensar si podré volver a hacer eso este verano, espero que sí.

Hago otra serie y vuelvo…

Ya estoy por aquí. A lo que iba, que me pierdo por las ramas… Estaba pensando en si de verdad merece la pena seguir trabajando y entrenando, hacer estos esfuerzos sin tener la certidumbre de que vamos a volver, ni cuándo. ¿Vosotros qué creéis? ¿Por qué y por quién entrenamos? ¿Con qué objetivo entrenamos? Yo creo que uno debe entrenar para estar lo mejor y más preparado posible para enfrentarse a cualquier escenario que venga. Nuestro cuerpo es nuestra herramienta de trabajo y, como ya os dije en anteriores columnas, si no la cuidamos nosotros ¿quién lo hará?

Creo que solo hay una faceta donde los jugadores debemos ser egoístas y esa faceta es el trabajo. Debemos ser egoístas desde el punto de vista que nadie trabaje más que tú. No lo permitas. Da tu máximo y si has llegado hasta aquí o allá, cuando llegues poder estar orgulloso de lo que has logrado. Por supuesto debemos ser también ambiciosos, pero que esa ambición e inconformismo no nos lleve a infravalorarnos o nublarnos la vista y no darnos el valor que merece estar donde estás.

Mucha gente me dice «¿por qué sigues entrenando si la liga probablemente no se reanude?». Otros tantos no me lo dicen pero seguro que lo piensan. Sigo entrenando, primero, porque me encanta, y segundo, porque un jugador profesional lo es durante toda su carrera, o por lo menos lo debe intentar, estando en temporada o no. Otro día os contaré cómo son los veranos y el tiempo de ‘descanso’ entre temporadas, que muchas veces se hace más largo de lo deseado.

#YoMeQuedoEnCasa con mis movidas mañaneras… jajaja.