Los dioses le dieron la espalda a los ciclistas españoles ayer en Atenas. La prueba en línea de los Juegos Olímpicos, en la que Igor Astarloa, Oscar Freire y Alejandro Valverde estaban en todas las quinielas, resultó una pesadilla de casi seis horas, de principio a fin. De los cinco españoles, Igor González de Galdeano y José Iván Gutiérrez eran los otros dos, sólo uno (Alejandro Valverde) acabó y muy lejos del italiano Paolo Bettini, el gran favorito que no falló. Las otras dos medallas tuvieron sorprendentes depositarios, sobre todo la de plata, que fue para el joven portugués Sergio Paulinho. Axel Merckx, el hijo del mejor ciclista de la historia, se llevó el bronce.

A Astarloa le persigue el mal fario desde su título mundial del 2003. Cambió de equipo, del Cofidis al Lampre, por el escándalo de dopaje que sacude a la formación francesa y buscaba en Atenas enderezar el rumbo. Lo que encontró fue la pata de una valla del circuito a los cinco minutos de carrera y se fue al suelo y al hospital. Se temía una fractura de clavícula y el revolcón quedó en una fuerte contusión en la zona derecha del cuerpo.

MALA FORTUNA La de Astarloa fue la primera de las tres caídas que sacudieron a los españoles, que no levantaron cabeza a lo largo de toda la prueba. Gutiérrez también se vio envuelto en la de su compañero, pero pudo seguir hasta la decimotercera vuelta, a cuatro del final. Ya no podía más por el daño físico y el desgaste. Freire, otra de las grandes bazas hispanas, fue el tercer afectado, en su caso en la séptima vuelta, y desde entonces no dio sensación de poder estar con los mejores. Se paró en el box del equipo en la vuelta 16, una después que Galdeano. Este se dejó auténticamente la piel, pero en un estéril trabajo de equipo.

LA MEJOR ESTRATEGIA Y no fue así porque Italia tenía al mejor gallo y la estrategia más definida. Cuatro hombres al servicio de Bettini, que debía dar el golpe en una rampa corta, pero dura (un 10% de desnivel), de subida al monte Likávetos. Así lo hizo a tres vueltas del final cuando llegó el momento de los hombres fuertes, tras varios intentos de escapada entre los que no faltó el momento Virenque. Bettini puso a la gente en fila con un duro acelerón en la vuelta 15. Valverde, atento, resistió esa primera escaramuza.

Volvió el italiano a hacerlo en la siguiente y el murciano flaqueó. Bettini se marchó con Paulinho, el modesto y desconocido corredor del equipo LA Pecol, que colaboró en la fuga y no fue rival en el esprint final para el ganador. Alejandro Valverde confiaba en la reacción de otro favorito. "Iba con Jan Ullrich y pensaba que podíamos cogerles con relevos". No fue así y la ventaja de los dos de cabeza hizo que el bronce se convirtiera en la única opción. Pero en la última subida ya iba reventado. Acabó el 47 a 2.29 minutos. "Hacía mucho calor. He tenido muchos calambres y no podía más. Intenté seguir a Bettini, pero ha ganado el más fuerte".