Dios, Alá o como debería de ser aquí en Bahía, rezar a los Orixás. Todo vale para los representantes de las 32 selecciones que hoy se jugarán su futuro en esta edición de la Copa del mundo cuando los bombos comiencen a rodar. El temor de los brasileños a enfrentarse en un grupo de la muerte con Francia o Italia en el segundo bombo, forzó un cambio en las reglas del sorteo sin precedentes que ha levantado más de una suspicacia entre los cientos de periodistas desplazados hasta la paradisíaca Costa de Sauípe.

La paranoia de los brasileños por tener suerte en el sorteo ha conducido a una situación un tanto surrealista. El mítico Pelé, O Rei do futebol , que había sido el designado como mano inocente para sacar las bolas de los bombos por la presidenta, Dilma Rousseff, renunciaba a tal honor alegando que no estaba dispuesto a asumir la responsabilidad ante los suyos. "Fui llamado para sacar las bolas pero no me siento cómodo con la idea de que el resultado no sea favorable a Brasil", declaró el miércoles el tricampeón mundial. La verdad, por lo que se comenta en todo el país, es que el mejor jugador de todos los tiempos tiene una horrible fama de gafe.

MALOS RECUERDOS A pesar de ser venerado como un ídolo, los siempre supersticiosos brasileños no perdonarían ver cómo su héroe les conducía a un nuevo Maracanazo . El propio Pelé lo sabe y quiso restar importancia a su decisión con una frase contundente: "No tiene nada que ver con el tipo de sorteo. Sobre ser gafe, tienen razón: son tres mundiales y más de mil goles en mi carrera".

Supersticiones aparte, lo cierto es que cualquiera de las selecciones cabeza de serie, entre ellas La Roja , se expone a caer en un grupo con tres campeones del mundo presentes. Esto podría suceder en el supuesto de que sean Francia, Italia o Inglaterra uno de los equipos europeos que pasen del cuarto bombo al segundo, el integrado por Chile, Ecuador y los africanos Argelia, Camerún, Costa de Marfil, Ghana y Nigeria. Por su parte, Zinedine Zidane afirmaba que los franceses no tienen miedo a un grupo de la muerte y que, de hecho, lo prefería: "Queremos ver a Francia jugar contra los mejores para que no se diga que solo juegan contra equipos menores".

Sin duda, quien sí cruzará los dedos hasta el que se inicie el Mundial será el presidente de la FIFA, Joseph Blatter. "No tenemos un plan B. Lo único que la FIFA puede hacer es rezar a Dios, Alá o a quien sea para que no tengamos más accidentes relacionados con las obras de la Copa del Mundo", dijo con resignación el dirigente suizo en referencia a los continuos quebraderos de cabeza que los retrasos de algunos estadios están causando al máximo organismo del fútbol mundial.

ESTADIOS Los daños del accidente en el estadio Arena Corinthians, en el que perdieron la vida dos operarios, hicieron temer lo peor por ser el estadio designado para la ceremonia y juego de apertura de la Copa. Afortunadamente, el propio Blatter anunciaba que la fecha prevista para la entrega sería en torno al 15 de marzo y que, por lo menos, el estreno estaría garantizado. Poco o muy poquito dijo Blatter sobre los estadios de Cuiabá, Curitiba o Manaos, que apenas se encuentran al 90% de su construcción, aunque se mostró seguro de que se entregarían entre enero y febrero.

Lo que seguro que no va a preocupar hoy al suizo será el riesgo de protestas. Situado a 76 kilómetros de la capital del estado, Salvador de Bahía, el complejo turístico de Sauípe contará con 800 policías y otros tantos miembros de la Fuerza Nacional. Todos los grandes del fútbol cruzan sus dedos. Vicente del Bosque no será menos. La emoción estará garantizada en el Mundial más abierto que se recuerda.