La final de la Copa del Rey de mañana entre el Real Zaragoza y el Espanyol tendrá sabor extremeño. Tres de sus protagonistas nacieron en la región y afrontan el encuentro sabiendo que es un momento importantísimo de sus respectivas carreras, cada una en un momento especial.

El más conocido de los tres seguramente sea César Sánchez, portero titular del equipo maño (Coria, 2-9-71). Pese a su amplio currículum --dos Ligas, dos Supercopas, una Intercontinental y, sobre todo, una Champions en la que se lesionó-- no ha ganado nunca ninguna Copa. "Me hace mucha ilusión. Cada título tiene sus circunstancias y éste lo saborearía más y mejor", sentencia. "Me hace mucha ilusión porque nuestra afición se va a volcar. En el Madrid los títulos casi caían por su propio peso, con una presión mayor, y en el Zaragoza uno se da cuenta de lo difícil que es lograrlos", apostilla el guardameta.

Sí ha tocado la Copa

Curiosamente, su compañero David Generelo, doce años más joven que él, sí sabe lo que es ganar este título. Con el Zaragoza se impuso hace dos años al Real Madrid en la final de Montjuic (3-2) que marcó un punto de inflexión en el madridismo, precisamente con César como portero. Después se anotó la Supercopa. Nacido en Badajoz el Badajoz 11 de agosto de 1982, es primo del exjugador y exentrenador del Badajoz Juan Manuel Generelo. Pacense orgulloso de ser pacense e implicado con las causas del equipo en el que se formó en el fútbol, el centenario Badajoz.

De hecho, hace dos navidades participó en un telemaratón televisivo con el objetivo de recaudar fondos para el club albinegro. Generelo tuvo la fortaleza de subastar la camiseta con la que debutó en Primera División, hace ya cuatro temporadas. Este es sólo un detalle que demuestra que David es un crack dentro y fuera del terreno de juego, un futbolista de una calidad técnica impresionante, al que definen los expertos como un centrocampista "con un gran disparo y mucho sentido táctico". Generelo se merece una segunda copa. Otro exalbinegro, el técnico Miguel Angel Lotina, tratará de impedírselo.

A las órdenes de Lotina está Antonio Alvarez Pérez (Almendralejo, 21 de enero de 1975). Puede considerársele, junto a David Cortés (Mallorca), el más genuino producto de la hasta hace no mucho inagotable cantera azulgrana almendralejense. Formado en las categorías inferiores del Extremadura, enseguida apuntó muy alto como futbolista de proyección. Con marchamo todavía de juvenil, debutó en aquel bloque que buscaba, como sucede ahora, un soñado ascenso a la Segunda División. Y coincidió con aquel cerebro canario que llevaba la manija almendralejense, José Miguel Fernández Cabrera.

Fuerza almendralejense

Junto a José, el canario , aprendió lecciones balompédicas y vitales. En eso fue afortunado. Cuando llegó el ascenso del Extremadura a Primera División, del que fue uno de los principales artífices, compartió mediocampo con el mismísimo José Horacio el Pepe Basualdo. Tampoco quedó la cosa ahí. Con su traspaso al Celta de Vigo, tras el primer descenso desde la élite del club de la calle Colombia, se encontró con Mazinho y concluyó su licenciatura en sistemas de creación de juego y dirección de equipos.

Su paso por la selección española sub-21 le dejó un campeonato de Europa antes de debutar en competición continental de clubes con el Betis al que llegó en la campaña 98-99 directamente desde Vigo. Tras seis temporadas en el conjunto heliopolitano, fue cedido al Espanyol. Terminó comprando su carta de libertad y con el equipo perico se dispone a vivir una final copera en la que pondrá color almendralejense y extremeño. Ha pasado mucho tiempo desde aquel mítico partido en las Islas Afortunadas, ante el Tenerife Sur, que significó certificar la presencia en la liguilla de ascenso a Segunda A mediado el año 94. Comenzaban a llegar las primeras ofertas tras no pasar desapercibida su andadura: "Yo lo que quiero es jugar con mi Extremadura en Segunda División. Y si pudiera ser, en Primera". Pudo ser y en Primera División continúa ahora, aunque ya no vista de azulgrana. Mañana lo hará de albiazul. Pero su corazón sigue siendo almendralejense y, por tanto, extremeño, como los de César y Gene .