Valencia vuelve a ser el centro del mundo. Poco importa que la celebración del Gran Premio de Europa de F-1, que se empezará a disputar a partir del próximo viernes, en el circuito urbano de la capital del Turia, haya estado rodeada de gran polémica.

Por un lado, la participación activa del PP bajo el patrocinio del propio Francisco Camps, presidente de la Generalitat valenciana, y de Bernie Ecclestone, patrón del gran circo que también ha intervenido en el negocio. Y por el otro las numerosas protestas, casi todas ellas infructuosas, de vecinos y trabajadores (como los propios pescadores que faenan en el puerto valenciano) que han criticado el hecho de que la administración publica se ponga al frente de un proyecto de esa envergadura existiendo, como existe, un circuito permanente como el de Cheste, a escasos 30 kilómetros de la capital che, donde ya se organiza el gran premio de motociclismo.

La necesidad, el ímpetu y el despliegue económico y mediático de que han hecho gala todas las administraciones implicadas en el proyecto para anunciar a bombo y platillo que la carrera dejarán más de 72 millones de euros en la ciudad y el refuerzo de su imagen internacional, gracias a los 500 millones de telespectadores que se le supone al evento, demuestra que las críticas eran lo suficientemente sólidas como para contrarrestarlas. Aquí están todos, empezando por la Generalitat y el ayuntamiento de Valencia y terminando por la sociedad Valmor Sport, creada por el empresario Fernando Roig y Bancaja, con apoyo, más testimonial que otra cosa, del excampeón de motociclismo, Jorge Martínez Aspar, un gran protegido de Camps.

PROBLEMAS DE MONACO La idea de Valencia surge a raiz de los múltiples problemas que Mónaco empieza a poner a la F-1 para su desarrollo, no deportivo, pero sí económico, social y mediático. Ecclestone decide aprovechar las ansias de protagonismo mostradas por el tándem Camps-Barberá para apretar las tuercas a Alberto de Mónaco demostrándole que, o se pliega a sus peticiones, o Valencia acabará convirtiéndose, como así lo cree ya todo el mundo, en el nuevo Mónaco de la Fórmula Uno.

LISTA DE ESPERA En solo nueve meses, Valencia se ha plegado y aceptado todas las condiciones impuestas por Ecclestone, que busca nuevos escenarios en los que desarrollar, más que las carreras, su inmenso negocio. De ahí la presencia masiva en Asia (Malaisia, Bahréin, Japón, China y la novedad del GP nocturno de Singapur) donde las condiciones las fija el magnate de las cuatro ruedas, que en Valencia ha propiciado negocios tan lucrativos como la obligación de que el trazado pase por medio del mar para poder colocar lujosos yates de alquiler para los VIPs. Si Valencia funciona, Ecclestone ya tiene previsto trasladar la experiencia a Rusia, India y Suráfrica, países ansiosos de recibir también el supuesto maná de la F-1.

El trazado urbano valenciano, instalado alrededor del puerto de Valencia y de la nueva Ciudad de las Artes y las Ciencias, aprovechando las instalaciones utilizadas por la Copa del América --el partido socialista ha denunciado que la llegada de la F1 es "la manera de Camps de torpedear la propuesta de Barberá de seguir contando con la competición de vela"-- es, según palabras de Vicente Rambla, conseller de Presidencia, "la obra y el acontecimiento que más expectación ha despertado en el presente Mundial de F-1". Para Camps, este GP "convertirá a Valencia en la ciudad de referencia del nuevo siglo por su singularidad, espectacularidad y características".

Pero Valencia no será este fin de semana escenario, solo, de una carrera más, sino de uno de los GP que mayores beneficios reportará a los dueños del campeonato, ya que cientos de espectadores ocuparán plazas de VIPs no solo en los yates sino en balcones y terrazas que se han alquilado, pese a la prohibición, por varios miles de euros.