Viven pendiente del teléfono. Esperando una llamada de Mérida que por fin les diga: ‘veniros para acá, tenéis un niño o una niña preasignado’. Pero ese día no habrá terminado nada. Será solo un paso más -eso sí, el más esencial de todos- en el largo camino que supone adoptar a un niño. «Ahora mismo dependemos de una llamada que no sabemos si va a ocurrir y si ocurre, si será dentro de un año, de un año y medio, de dos... Estamos un poco locos», dice una extremeña que espera alcanzar el sueño de la adopción.

Ella, que prefiere ocultar su nombre porque hay gente en su entorno que desconoce que está inmersa en este proceso precisamente por la larga espera y por la incertidumbre -«el proceso se puede caer en cualquier momento»-, inició junto a su marido los trámites para la adopción hace ya casi dos años. «En junio de 2017 presentamos los primeros papeles y empezó todo. Tomamos la decisión de adoptar después de que todo lo demás que habíamos intentado para ser padres no saliera bien. En la nacional nos hablaron de plazos más elevados y la gestación subrogada la desechamos por los tiempos exagerados y también por la incertidumre que estamos viendo con familias que no pueden salir de algunos países. Así que optamos por la adopción internacional y la India nos llamó la atención, además, ahora mismo es un país que está funcionando bien, la estancia allí es de un mes y en otros países se puede alargar hasta los tres meses. Somos autónomos y no podemos permitirnos eso».

¿Y casi dos años después cómo están ahora mismo esos trámites? «Pues estamos registrados en el país, pero no tenemos preasignación ni nada. Dándose todo bien, desde el momento del registro allí, que fue a primeros de año, las estadísticas que baraja la ECAI (Entidad Colaboradora de Adopción Internacional, en su caso, una empresa de Madrid) son dos años o dos años y medio para que te preasignen y luego cuando aceptes tiene que pasar otro año más hasta que puedas viajar al país a buscar a tu hijo. Estamos hablando de que dándose todo bien nuestro proceso tendrá una duración de unos cinco años», cuenta.

LA INCERTIDUMBRE

¿Cómo se lleva esa larga espera? «Fatal, sobre todo ahora mismo que estamos en plena incertidumnre y que todavía no tenemos ninguna garantía. Es una mezcla de sentimientos, una montaña rusa y se te pasan millones de cosas por la cabeza. Porque depende de una llamada que no sabes cuándo va a llegar, puede que mañana, puede que dentro de dos años o puede que nunca», asegura. Y tampoco está en sus manos. «Si mañana España tiene un conflicto diplomático con India pueden decidir cerrar todos los expedientes que hay, así, sin más. Tú estas haciendo algo, poniendo todo lo que tienes tanto a nivel emocional como también económico y no sabes cuál será el resultado». Pero ella quiere ser optimista. «El día a día se lleva bien, te acostumbras a vivir con eso y evitas pensar mucho, porque si no te vuelves loca montándote historias y pensando que tu hijo está en un orfanato y que hasta dentro de dos o tres años no lo voy a poder tener. Nosotros hemos dejado de preguntarnos si nuestro hijo habrá nacido ya, p era una de nuestras frases recurrentes», asegura esta extremeña.

La falta de noticias durante meses y esa incertidumbre inicial hasta saber si llega o no la preasignación de un menor es lo peor. «Entiendo que es un proceso complejo y tiene que haber un tiempo de papeleo necesario, pero no logro comprender que una vez que te dicen que eres idóneo pueden tardar todavía hasta tres años en darte a tu hijo», insiste.

«NO ME ARREPIENTO DE NADA»

¿Y han pensado en echarse atrás en algún momento? «No, eso no. Cuando lo haces, lo haces con todo. Al final confías siempre en que todo vaya bien, el tiempo va pasando y para atrás, nunca. Hay momentos para todo y algunos en los que piensas por qué lo iniciamos, pero una vez que tomamos la decisión seguimos adelante. No, no me arrepiento para nada, pero ojalá fuera más rápido y menos costoso...».

Su testimonio muestra la angustia de la espera, la inquietud que supone una adopción internacional. Y estos son en buena medida los motivos que encierran la caída de las adopciones en los últimos años, tanto en Extremadura como en el conjunto de España. Los datos han pasado de las tres a las dos cifras en la comunidad. Y la primera razón hay que buscarla en el fin de aquel flujo de llegada de niños procedentes especialmente de China, el boom que se vivió en torno al 2000. «Ha sido el país de donde más niños han llegado a España junto con Colombia y Rusia», señalan desde la Consejería de Sanidad y Políticas Sociales.

En los últimos ocho años el número de adopciones efectivas («entregas en guarda y llegadas con fines de adopción», especifican) ha caído un 80%. Fueron 108 en el 2010 (84 internacionales y 24 autonómicas) y tan solo 22 durante el año pasado (siete internacionales y 15 autonómicas). Y esa caída incluso ha dado la vuelta a la tortilla a la situación: «hacía años que nunca superaron las adopciones nacionales a las llegadas de niños procedentes de adopción internacional y esto ya se ha producido en el año 2018», destacan desde la administración extremeña.

El desplome también se observa entre los solicitantes, que han descendido más de un 87% desde el 2010. Aquel año se presentaron en la Junta de Extremadura 217 solicitudes de adopción (112 internacionales y 105 autonómicas) mientras el año pasado apenas suman 27 peticiones (13 autonómicas y 14 internacionales).

ENTRE 6 MESES Y 13 AÑOS

Este tipo de procesos son complejos y conllevan mucho tiempo, entre seis meses (suelen ser las autonómicas en los casos de niños con características especiales) y 13 años según la experiencia de Extremadura. Y ese es, sin duda, el principal motivo de la caída de las adopciones. Luego hay más. Los países han endurecido sus requisitos y «están realizando mayores desarrollos normativos de organización y funcionamiento que favorecen la adopción nacional de su país», explica la administración.

Esto coincide además con que dentro de España también se ha limitado bastante esta opción en los últimos años. En el 2013 se cerraron las puertas a los nuevos expedientes y solo se inician trámites en la comunidad en aquellos casos en que las familias se ofrecen a adoptar a niños y niñas con características especiales: mayores de 6 años, grupos de hermanos, con enfermedades graves y con discapacidad. Para ellos las puertas siguen abiertas.

LA ASIGNACIÓN

Según los datos facilitados por la consejería, en la acualidad hay 171 familias extremeñas que están a la espera, pendientes de recibir asignación: 42 de ellas son para una adopción nacional y 129 para una internacional procedentes de varios países, especialmente de China, Vietnam, Filipinas, India, Rusia, Kazajistán, Bulgaria, Colombia, Perú, Honduras, México, Costa Rica, República Dominicana y El Salvador. Y entre esas 129 familias está la extremeña que espera noticias de la India y no cejará. «Hay muchas familias que han acabado por desistir a lo largo de los últimos años», indican desde la Junta. Pero hay otras tantas que no desisten pese al paso del tiempo. «Actualmente hay familias en espera que solicitaron en 2006 en China y aún permanecen, así como en Colombia todavía tenemos solicitantes del 2008 que no han declinado en dicho proyecto», aseguran desde la Junta.

«Todo el mundo dice que cuando tienes a tu hijo en brazos se olvida la espera y se olvida todo, que merecerá la pena. Y creo que así será», concluye esta madre extremeña mientras sigue esperando a su hijo o a su hija de la India.