El pequeño comercio resiste a duras penas en las zonas rurales. La coyuntura actual no favorece a los pequeños, pero las dificultades añadidas de un escenario en el que además fallan las comunicaciones y la población se va en busca de nuevas oportunidades, la situación se hace un poco más cuesta arriba. Son las conclusiones de un informe de la asociación de autónomos ATA, que analiza la evolución del pequeño comercio en los últimos cuatro años (el periodo de 2015-2019). La principal conclusión es que en ese periodo se han perdido en Extremadura 713 negocios y el volumen de afiliados al RETA apenas se ha incrementado un 0,3% frente a 3,3% que ha crecido de media a nivel nacional.

Detrás de esas cifras hay historias de resistencia en entornos, como mínimo, poco favorables y con gigantes en forma de grandes superficies o comercio electrónico a los que no es fácil abordar.

Por provincias, la pérdida de negocios es más acusada en la provincia de Badajoz, donde se han cerrado 506 establecimientos en este periodo, frente a los 206 que han caído en Cáceres, aunque porcentualmente la cifra no varía tanto porque los establecimientos de la provincia pacense (13.810) duplican a los de Cáceres (7.656). En total hay 21.463 comercios en la región, según los datos de ATA, un 3,2% menos que hace un año.

El retroceso afecta toda la región, pero el colectivo de autónomos incide en que son los municipios más pequeños los que más acusan el retroceso y también los escenarios en los que esta caída tienen más impacto.

«El comercio en Extremadura es clave, más aún en los pueblos, ya que está claro que los comercios, la hostelería y la restauración son imprescindibles para fijar población en el territorio», subraya la presidenta de ATA en Extremadura, Raquel de Prado, que urge «a que se incremente el apoyo al emprendimiento en zonas rurales y se potencie el relevo generacional. Porque cada vez que un comercio que marcha bien se cierra por jubilación, es un fracaso para la administración y para la sociedad en general», apunta.

Junto a eso, reconoce que el comercio on line y la digitalización «son el talón de Aquiles», de los pequeños negocios y que, si bien tienen que renovarse, «tiene un coste personal muy importante» por la falta de recursos a los que se enfrentan los autónomos, que «son el comercial, el contable o el director de marketing...». Eso, a juicio de la responsable de ATA, «provoca que la formación para poder acceder a nuevas formas de mercado les sea muy complicada», a pesar de que esa herramienta sea «clave» para el mantenimiento del comercio en Extremadura.

Resistir en las ciudades/ En el entorno urbano la situación tampoco es fácil para el pequeño comercio, aunque en líneas generales es mejor que la de las zonas rurales. En Badajoz, por ejemplo, hay menos locales vacíos en las zonas como Menacho, aunque en el sector acusan «una situación de parón». «No estamos mal, pero tampoco estamos bien», resume Emilio Doncel, presidente de la Federación Empresarial de la provincia de Badajoz (Coeba).

Sobre las ventas electrónicas, considera que aunque «no es la panacea, es un escaparate que tienes abierto las 24 horas del día y hoy, si no lo tienes, no vendes», resume el empresario, que lamenta que los recursos al alcance del pequeño comercio «y más aún del comercio rural, son muy limitados».

En la capital cacereña, sin embargo, algunas de las calles más céntricas como Pintores o San Pedro, acusan la caída del pequeño comercio con la proliferación de locales con carteles de alquiler. «El pequeño comercio no ha conseguido recuperarse aún de la crisis», asegura Lucía Prado, gerente de la asociación del comercio AECA. Coincide en que el comercio digital tiene que estar presente en este tipo de negocios. «Pero no necesariamente para que vendan sus productos, más bien como un escaparate que lleve a los clientes hasta el establecimiento». Plantea por eso la necesidad de avanzar hacia la digitalización», pero también de actuar para atraer a más público a estas zonas de comercio tradicional.