TSte dice que en las tiendas a las que llamamos "de los chinos" se encuentra de todo, pues días atrás recorriendo uno de los pasillos de estos comercios encontré en un anaquel varias figuras de Diana cazadora, posiblemente por aquello estamos en el tiempo de los días de Diana. Una de ellas me atrajo su atención, era de escayola, pero simulaba ser de bronce. Era una Diana con arco en la mano sentada junto a un ciervo. Cuando salí de los "chinos" y me subí al coche me acordé de la historia de Diana.

Diana recibió de su padre Júpiter un arco y un carcaj y la hizo reina de los bosques junto con una corte de hermosas ninfas. Desde ese momento para las generaciones de hombres cazadores se constituyó en su diosa y ha estado desde entonces al cuidado de los campos y bosques para deleite de todos aquellos que encontramos en la naturaleza una fuente de placer. Placer en su contemplación y en la delectación que nos proporciona la caza.

XCOMO SOYx del grupo de los que piensa, que la caza me ofrece más complacencia en el plato que en el percutor de una escopeta, es por lo que cuando llegan los días de Diana Cazadora procuro adentrarme en mis fogones y deleitarme con alguna preparación culinaria.

Este tiempo otoñal, con la veda levantada, es frecuente escuchar a lo largo y ancho de nuestros campos disparos de los seguidores de Diana. Yo entonces ando a la espera de conseguir alguna pieza para preparar. Siempre me ha llamado la atención que a una gran mayoría de los cazadores, la carne de caza no es de su gusto, ellos prefieren el tiro al bocado, aunque pienso que mucho de ellos no se ha encontrado con el artista que sepa aderezarla para que se convierta en todo un placer culinario.

La carne de caza requiere de un arte cisoria un poco especial: debe ser preparada a fuego lento para que no pierda la humedad y se reseque. También es propia para elaborarla a la plancha a dos golpes y si previamente está marinada, mejor que mejor.

Los estofados son muy agradecidos para esta carne, así como los aderezos con frutos secos y salsas agridulces. En realidad, la carne de caza deber ser mimada y recrearse en ella para que cuando llegue al plato y luego al garguero del comensal se convierta en el placer digno de la diosa Diana Cazadora.

XUNO EN ESTAx carne halla la naturaleza convertida en vianda placentera y el regusto de una sobremesa entre curiosidades y las consabidas historias que todo cazador tiene en su morral, y de eso tengo mucho aprendido de mi padre, un empedernido seguidor de Diana.