En los últimos años se ha acuñado el concepto "dieta mediterránea" que inicialmente expresa el modo de alimentarse los individuos de la región mediterránea. Sin embargo, este concepto debe entenderse no solo como un modo de comer sino además como unas formas sociales, una estructura familiar y un ritmo de trabajo. Pero si nos concretamos en el anunciado observaremos que comprende dos conceptos: dieta y espacio geográfico.

La dieta mediterránea toma significado de un estudio dirigido por el profesor Keys y colaboradores, después de la Segunda Guerra Mundial, sobre la relación entre el colesterol y su participación en las enfermedades cardiovasculares, que se realizó en Italia, Yugoslavia, Grecia, Holanda, Filandia, EEUU y Japón. En este trabajo llegan a concluir que en el área mediterránea y Japón (por su consumo de pescado) existe una menor prevalencia de cardiopatías que en países de Europa y Estados Unidos.

A raíz de este estudio se ha venido utilizando el concepto "dieta mediterránea" como un reclamo publicitario y se ha producido un hecho como menos curioso: si bien España intervino de una manera tangencial, sin embargo las autoridades y los integrantes en el sector de la alimentación la han hecho suya y la han convertido en un emblema propagandístico de la gastronomía española. Pero en honor a la verdad el concepto "mediterránea" significaría que todos los habitantes de la cuenca del Mare Nostrum tendría el mismo modelo alimentario, hecho que dista mucho de la realidad. De tal manera, que si nos fijamos en los estudios que se hicieron en la región de La Cerdaña española y francesa nos encontraremos que existe una clara variabilidad de alimentación a tan solo varios kilómetros de distancia.

XPERO ALx margen de todo lo indicado, hoy día la idea de dieta mediterránea ha quedado como la forma de alimentarse de los países ribereños del sur: España, Francia, Italia, Grecia y Portugal, en cuya gastronomía resulta dominante el uso de aceites vegetales, sobre todo de oliva. Y se puede resumir como la dieta que contiene como alimentos identificativos la trilogía: trigo, vid y olivo, aunque debe de añadirse la proteína animal representado principalmente por tres especies: ovina y porcina.

Si bien en 'stricto sensu', la dieta mediterránea se origina como consecuencia de un estudio médico, alimentarse con una dieta equilibrada en vegetales y productos animales debe ser la dieta idónea, al margen del calificativo que le demos. Es verdad, que alimentos ricos en grasa insaturada o "buena" (véase el aceite de oliva) debe prevalecer sobre la grasa saturada o "mala", además de que contenga una parte de ración de volumen, que suministra los cereales, facilitando el funcionamiento del tracto intestinal. Y si concluimos que la ingestión moderada del vino es beneficiosa para la fisiología cardiovascular, podemos colegir que la dieta mediterránea es, entre otras muchas dietas, la más adecuada.

Pero como otras tantas cosas, las autoridades, los medios de comunicación y los integrantes de la alimentación tienden a usarla en demasía, más concretamente utilizarla para cualquier momento, producto y situación. Este es su peligro, y de hecho existe, y nos encontramos con múltiples ejemplos. Cuando existe abuso o mal uso se acaba deteriorando la idea principal, a la vez que se mal interpreta. La dieta mediterránea debe ser utilizada solo en aquellos casos en esté directamente relacionada con su origen conceptual, y no la torzamos torticeramente por intereses espúreos.