Si hay algo claro en la historia de la fotografía en España de principios de siglo XX es que fue "el siglo de oro de las postales". Así de certero se muestra Juan Miguel Sánchez Vigil, estudioso de historia de la fotografía en España y profesor titular de la Universidad Complutense de Madrid a este diario. "La tarjeta postal es el universo fotográfico entre 1901 y 1905", sostiene cuando hace referencia al legado de la fototipia Thomas que acaba de salvar la fundación Anastasio de Gracia.

La razón de la "alta producción de postales" es que por un lado, facilita el acceso a la cultura a la tasa de población analfabeta y por otro lado, por la posibilidad infinita que ofrece de temas. "No están limitadas a ningún tipo, hay desde retratos de niños, composiciones pictorialistas hasta imágenes de actrices de la época", apostilla Sánchez Vigil.

Con respecto al nivel de cuidado que mantenían los fotógrafos para dejar para la posteridad las imágenes era mínimo. "Las fotografías han aguantado por las propias características de las emulsiones", apunta y sostiene que "estamos hablando de una era de la fotografía en la que la conservación a largo no está pensada, el negativo se tiene como punto de referencia y ya está". Sorprendentemente las fotografías postales de la fototipia a las que hace referencia, han sobrevivido un siglo y se encuentran en un estado aparentemente buen estado de conservación. El proceso ahora para cuidarlas será aplicarles una pequeña restauración y escanearlas para ponerlas a disposición del público.

'Photoshop' de época

La rehabilitación es importante porque las fotografías de época se encuentran "retocadas". El retoque no solo data de la etapa contemporánea. Ya en el siglo XX, la mayoría de los estudios contaban con especialistas formados en pintura para corregir imperfecciones que se producían al emitir las placas o simplemente para adaptarse a la moda de ese año. Ya existía el concepto de belleza porque sí. "A veces una simple mota de polvo en la placa de vidrio o un lunar que no existía en una modelo eran la excusa para editar los negativos", asevera Sánche Vigil. El proceso que seguían los especialistas era más rudimentario, una mesa con un sistema de espejo orientada hacia el sol y grafito o lápices grasos, relata el estudioso. Eso sí, aparte de formar parte del grueso de la plantilla del estudio, eran los que más cobraban detrás de los positivistas.