Sabe que hay gente que lo está pasando mucho peor que ella, pero vive con el miedo de que sus dos hijos se queden cualquier día sin trabajo. Isabel Sánchez, vecina de Mirandilla, tiene 56 años y hace aproximadamente uno que no trabaja, pero cobra el subsidio agrícola para mayores de 52. Su marido, que es camionero, también está en el paro. Tienen dos hijos ya mayores que "gracias a Dios" sí tienen empleo, pero vive con el miedo continuo de que lo pierdan y no puedan hacer frente al pago de la hipoteca o que acaben pasando necesidades. "Ojalá a mis hijos no los despidan. Yo tengo casa y coche y sobrevivo al día a día, pero ellos no podrán de ninguna manera si se les termina su trabajo", apunta.

En su casa los ingresos se han reducido prácticamente a la mitad durante la crisis, pero aún llegan cerca de 1.000 euros --el subsidio de desempleo de su marido más lo que ella percibe-- que le dan para vivir bien. "Te adaptas de alguna manera. No puedes si cobras 2.000, gastarte los 2.000", asegura esta vecina de Mirandilla, que trata de ahorrar y guardar todo lo que puede por si la situación económica de su familia empeora: uno de sus hijos tiene una niña pequeña y tiene miedo de no poder ayudarle económicamente en caso de que lo necesite.

Madre previsora

"Vivimos con el miedo de que la cosa se ponga peor porque a mi hijo puedo darle un plato de comida, pero no pagarle un crédito", asegura. "Y ahora no tienes trabajo y cuando menos te lo esperas el banco te quita el piso porque no puedes pagar la hipoteca", afirma. Ese miedo es precisamente lo que le ha llevado a recortarse y hacer algunos sacrificios. Dice que nunca han sido personas de permitirse lujos, pero Isabel y su marido han dejado al ocio de lado y miran al detalle la cesta de la compra.

Isabel está convencida de que "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y ahora lo estamos pagando". "La vida ha cambiado mucho, todos queríamos gastar y gastar pidiendo millones y créditos a los bancos, sobre todo la gente joven, y eso no puede ser. Cada uno tiene que ser consciente de sus posibilidades y no comprar más allá de lo que no puede pagar", manifiesta.

Junto al de no poder ayudar a sus hijos, en el caso de que los necesiten, uno de los principales temores de Isabel y otro buen incentivo para ahorrar es no llegar a cobrar la jubilación. Su marido y ella han estado cotizando para cobrarla, pero ante la situación que atraviesa España, se muestra muy escéptica.