Para Celia M. P., vecina de Palomero, el viaje en tren a Madrid comenzó el martes, paradójicamente, como terminó: en autobús. Se considera una defensora de este servicio aunque no lo utiliza habitualmente «porque con el tren puedo llegar de Madrid a Plasencia, pero no a mi pueblo», explica. Pero estos días tenía el coche en el taller y optó por el ferrocarril como alternativa para regresar a Madrid, donde trabaja. Sin embargo desde el principio ya no pintaba bien la cosa. «Cuando llegué a la estación de Plasencia, donde yo debía coger el tren, me encontré con un autobús y nos explicaron que nos iban a llevar a Monfragüe porque el tren venía con retraso (ya arrastraba una demora de una hora por la avería de Mérida) y así no tenía que entrar en Plasencia a recogernos a nosotros», recuerda. Se subió al autobús, esperó 20 minutos en el apeadero de Monfragüe y continuó su viaje a Madrid ya sí en tren, al menos hasta Navalmoral.

«Primero estuvimos parados una media hora», recuerda. Pero arreglaron el problema por el que el tren se había quedado parado y a oscuras y el convoy arrancó de nuevo. «Esa fue nuestra perdición, porque después de tres o cuatro kilómetros se paró de nuevo, pero ya estábamos en mitad del campo, y ahí estuvimos durante tres horas parados, sin luz, sin calefacción, sin agua, sin explicaciones, sin nada...», lamenta y recuerda como se vivieron algunos momentos de tensión entre los pasajeros y el personal de Renfe en el tren, a quienes reclamaban responsabilidades por lo que estaba sucediendo. «Había gente muy enfadada. Nada funcionaba, porque se estropeó el motor y el tren no tenía energía, por lo que no se podían usar las máquinas de vending, ni había calefacción, y tampoco funcionaban los aseos que al final eran una porquería», explica. «Gracias a que los móviles tienen linternas e internet, porque si no la situación podría haber sido dramática, casi dantesco», reconoce esta usuaria, una de las que después completó el viaje en uno de los tres autobuses que habilitó Renfe para desplazar a los pasajeros hasta Madrid. Llegaron a las inmediaciones de la estación de Atocha a las 3.30 de la madrugada.

Celia M. P. añade: «Defiendo y defenderé siempre el tren, no voy a dejar de usarlo cuando lo necesite. Pero también voy a exigir todo lo que tenga que exigir a todos los responsables», asegura. r. cantero