Tanto hablar de ética, de fair play, tanto chau-chau sobre la imagen del deporte y, a la primera de cambio, de forma chusca e innecesaria, los jefes de Red Bull, que tanto criticaron a Ferrari el año pasado, taladraron el oído de Mark Webber para frenar su intento de adelantamiento sobre su compañero Sebastian Vettel. Y eso que el alemán suma 80 puntos de ventaja sobre su compañero. Y todo porque Fernando Alonso era el líder en las vueltas finales, tras una carrera impecable de principio a fin, una exhibición de pilotaje, de estrategia de los ingenieros y de trabajo de los mecánicos en el boxe.

El triunfo del asturiano en Silverstone es una muestra de lo que pudo ser este Mundial sin los problemas de Ferrari en el túnel del viento, de lo que restaría del Mundial con la restricción de los difusores que ya no tendrá más vigencia (hay acuerdo de los equipos para volver a la norma inicial), es una pincelada, otra más, de la categoría del piloto asturiano.

"Necesitamos que abras distancias con Vettel", repitieron a Webber una y otra vez, pero el australiano hizo caso omiso y siguió presionando a su compañero hasta la bandera a cuadros. "Los pilotos no son más grandes que el equipo", se exculpó el responsable de las órdenes, Christian Horner. "No podemos regalar un montón de puntos, no queremos ver a nuestros pilotos contra el muro, que es la forma en que habría terminado", añadió. Pero los argumentos de su jefe, no sirven al australiano.

SIN ACATAR "Ignoré la orden al menos cuatro veces. No estoy de acuerdo con eso, no. Si Fernando se retirase en la última curva, estaría luchando por la victoria". Y lo intentó hasta el final, hasta la espectacular última vuelta, el mismo giro en el que Lewis Hamilton se defendió con todo íy eso, tratándose del inglés, es, por supuesto, rozar la legalidad-- frente a Felipe Massa. Se chocaron en la última curva y entraron emparejados en la línea de meta. Sublime. Fue el justo premio para el inglés, motivado ante un Silverstone hasta la bandera, un público que le adora porque, entre otras cosas, arrancaba décimo, pasó séptimo en el primer paso por meta, rebasó después a Paul Di Resta, a su compañero Jenson Button y entró a cambiar ruedas para salir cuarto por delante del ferrarista Massa, que iba a por él.

Y en su remontada se topó con Alonso, el duelo que todo el mundo quiere ver. Silverstone se puso en pie para celebrar el adelantamiento de su ídolo sobre su enemigo natural, eterno. Pero fue un espejismo. Alonso y Hamilton acababan de salir de boxes en esa vuelta (15) y aún no tenían temperatura en sus gomas para pelear. El inglés se ofuscó ante su bestia.

Dejó ir a Hamilton y fue moldeando sus neumáticos a base de mimo. Y entonces tiró como un poseso. Sobrepasó a todos.

"Sabía que teníamos ritmo para ganar y eso era lo único que me preocupaba". Ya estaba a 5,8 segundos del líder Vettel y 2,5 de Webber, cuando los tres cambiaron ruedas. Y entonces fallaron en Red Bull: un segundo de más en el cambio de Webber y cinco en el de Vettel. Alonso regresó líder a la pista e imprimió un ritmo tan salvaje que aventajó en 16 segundos al campeón cuando cruzó la bandera a cuadros.