Las rancias estampas de Vacaciones en el Mar --único icono en el imaginario colectivo de quienes no lo han probado-- han dado paso a una versión de nueva generación de megahoteles flotantes que ya se han convertido en el delirio de muchos viajeros. Mientras la crisis económica golpea colateralmente este año a todos los subsectores turísticos, los cruceros siguen viento en popa, valga la redundancia, con previsión de un nuevo crecimiento en pasajeros, después de ganar un 16,7% de adictos en España en el 2008. Al fenómeno ha contribuido tanto el aumento de barcos, cada vez más espectaculares, como el tirón de Barcelona --convertido en primer puerto europeo-- y los atractivos recortes de precios que han puesto al alcance de cualquier turista de playa la opción de visitar varios países en unos pocos días con comodidad y servicios.

Los cruceros son un producto vacacional de origen estadounidense, pero su apuesta por Europa, hace algo más de una década, ha revolucionado el turismo en el continente. El año pasado, en los puertos europeos embarcaron 4,7 millones de pasajeros, mientras que la cifra de viajeros en tránsito (escala) fue de 21,7 millones. España fue tercera en este apartado, con un 17% del pastel. El sector generó un gasto directo, sea en viajes o en construir barcos, de 14.200 millones de euros. Casi 200.000 camas flotantes surcan Europa (en capacidad doble) este año.

En Barcelona se superaron los dos millones de usuarios, aunque también han sido fulgurantes los crecimientos en Baleares, Málaga y Valencia. Precisamente, la facilidad de partir en ruta desde el Mediterráneo ha sido el anzuelo que ha atrapado a muchos catalanes, y del resto de España, cansados de estreses en aeropuertos y equipajes arriba y abajo. Eso sí, tras la cata por el Mediterráneo (con escalas clásicas en la parte occidental que suelen ir de Villefranche (Mónaco) a Livorno (Florencia), Civitaveccia (puerto hacia Roma), Nápoles, Túnez, Malta y demás, la mayoría de usuarios sucumben al reclamo del mar y van ampliando sus ilusiones y sus travesías hacia el norte de Europa o los fiordos, hacia el Caribe (en invierno), y cada vez más, hasta Asia (en fascinantes rutas que van de China a Tailandia) y Suramérica, Canadá, Alaska, la Polinesia e incluso la Antartida. El colofón lo dibujan las vueltas al mundo en unos cien días, que también se pueden hacer por tramos, tanto en compañías populares como de lujo.

¿QUE ELEGIR? Pero ¿son iguales todos los cruceros? El principiante puede verse abrumado estos días por una enorme oferta y poca información especializada en algunas agencias. Obviamente, un crucero en oferta de 500 u 800 euros no será de lujo, pero sí una digna opción de ver barcos, otros territorios y disfrutar de unas vacaciones a la carta, donde el pasajero decide si descansar y recluirse en su camarote, participar en todos los saraos que se organizan a bordo o descubrir a fondo cada escala.

Antonio Wangüemert, profeta en su tierra, representando a las principales compañías desde 1983 en España, recomienda que lo esencial es tener claro qué tipo de barco se busca. "Los hay para satisfacer todas las tipologías de crucerista, desde familias con niños a parejas de novios, matrimonios senior y otros muchos. Si se elige acorde a la coyuntura, las expectativas se verán ampliamente cumplidas", apunta. Considera que el consumidor tiene claro el destino y debe afinar en la compañía y el buque. Desde la empresa que preside, Latitud-4, recomienda a los indecisos iniciarse con cruceros cortos. Los que están acostumbrados a viajar a hoteles de cinco estrellas deberán decantarse por las compañías llamadas Premium