Robert de Niro estuvo ayer en un plató de la televisión pública catalana TV-3 respondiendo a las preguntas de un periodista. No era, sin embargo, una entrevista normal, ni siquiera pública. En realidad, estaba rodando, más o menos en secreto, una escena de Red lights , la tercera película de Rodrigo Cortés. El actor se pasó toda la mañana en la tele, que fue escogida como escenario porque participa en la producción del filme del director de la aclamada Buried .

La escena que se rodó ayer eran en realidad dos: sendas entrevistas en un magacín televisivo con 30 años de diferencia. Para la primera --se filmó por la tarde--, el escogido fue el director y actor alicantino Eugenio Mira, un doble casi exacto de De Niro. El actor estadounidense trabajó por la mañana, y no volverá a ponerse ante las cámaras hasta la semana que viene. Quizás entonces la estrella decida dejarse ver por la ciudad, ya que, hasta ayer, su presencia ha sido casi indetectable, a pesar de que lleva en Barcelona desde el pasado lunes.

El actor llegó a las siete y media de la mañana y se encerró en un plató protegido por numerosos guardias de seguridad, del que solo salió para maquillarse. Solo en esos momentos se cruzó con algún trabajador de la tele. A su llegada, el intérprete rehuyó a los fotógrafos que le esperaban y declinó responder a las preguntas de los periodistas. Algo más dijo Cortés. "Es una leyenda que camina", explicó sobre el actor. "Es parco en palabras, pero cercano", resumió. Según fuentes de la productora, su técnica de trabajo no le permite hablar con la prensa cuando está inmerso en el personaje.

Y el suyo se las trae, porque interpreta a un hombre ciego con poderes paranormales que llevaba desaparecido varios años. De Niro suele llevar, también porque así lo pide su personaje, unas gruesas lentillas que le dificultan tanto la vista que deben ayudarle a moverse por el plató. Una faena si debe seguir así hasta el final del rodaje, previsto para el 23 de febrero.