La diplomacia británica trabaja contrarreloj para retomar la iniciativa diplomática en el conflicto de Irak. Estados Unidos y el Reino Unido están perfilando una nueva resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, que venza las resistencias del grupo de países que se oponen a la guerra.

El portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, anunció ayer que Washington tiene la intención de ofrecer a la ONU una nueva resolución "bien esta semana o la próxima". Pero el primer ministro británico, Tony Blair, quiere otras tres semanas de margen, ya que Londres considera que el plazo del 28 febrero --fecha del próximo informe de los inspectores-- es demasiado corto para lograr el apoyo de los países más reacios al ataque. A la vez, según fuentes de Downing Street, será difícil contener a EEUU más allá del 14 de marzo.

ENTRE DOS AGUAS

La posición de Blair en esta refriega es muy delicada. Debe persuadir a Bush de que espere, hasta lograr una nueva resolución. Al mismo tiempo ha de convencer a sus díscolos colegas europeos para que actúen sin más dilaciones.

Blair emprenderá a finales de semana una nueva ronda de conversaciones, que le llevará a Roma, donde se entrevistará con su homólogo Silvio Berlusconi, y al Vaticano, donde será recibido por el Papa. Los días 27 y 28, estará en Madrid para hablar con Aznar.

Mientras, Estados Unidos continuó aguantando ayer un chaparrón de rechazos a la guerra, procedentes de países de todo el mundo que participaron en la sesión extraordinaria del Consejo de Seguridad. Asia, Latinoamérica y Africa clamaron por la continuación de las inspecciones, pero fueron los vecinos a Irak quienes más insistieron en la necesidad de evitar la guerra.

BARCOS SOSPECHOSOS

Por otra parte, Washington y Londres siguen la pista a tres barcos sospechosos de esconder armas iraquís de destrucción masiva. Los cargueros empezaron su singladura a finales de noviembre, justo después de la llegada de los inspectores de desarme a Irak.