Londres es el ring donde hoy el Gobierno y la oposición medirán sus fuerzas. Las elecciones a la alcaldía en la capital y los comicios municipales en 159 ayuntamientos de Inglaterra y Gales serán el primer cuerpo a cuerpo entre el jefe del Gobierno, el laborista Gordon Brown, y el líder conservador, David Cameron. Es el asalto más importante antes de las elecciones generales del 2010. Brown anda en baja forma tras una sucesión de errores que le han valido el humillante apodo del Mr. Bean de la política. En las últimas encuestas, los conservadores aventajan en 14 puntos a los laboristas. Con este panorama, ganar la capital sería una inyección de optimismo para un Gobierno de capa caída. Perder, en cambio, "puede ser el principio del fin para Brown", afirma Philip Cowley, del Departamento de Política de la Universidad de Nottingham.

POSIBLE ALIVIO Cameron, por su parte, "no tiene la aceptación de su partido y solo le apoyarán si les hace ganar las elecciones; por eso también para él es importante lo que ocurra el jueves", indica Cowley. Los laboristas sufrieron una derrota contundente en las municipales del 2004, quedando en tercera posición. Ahora, además, los tories han encontrado la vía del ascenso. "Me sorprendería que los laboristas no quedaran tan mal o peor que en el 2004", afirma Tony Travers, especialista en política local de la London School of Economics. "Si el Gobierno sale mal parado, pero al menos gana en Londres, será un alivio para Brown", señala su colega Patrick Dunleavy.

Las encuestas sugieren que el laborista Ken Livingstone puede perder, pero la ajustada diferencia con el conservador Boris Johnson y el sistema de doble voto hace imprevisible el resultado.

A Boris y Ken, los británicos les conocen por su nombre de pila. Más que políticos son celebridades. Todo les separa, la edad, el origen social, la ideología y hasta el acento. Ambos poseen, sin embargo, chispa, don de gentes, personalidad y opiniones polémicas, que dan buenos titulares. "Los dos se mueven en los sectores marginales de sus respectivos partidos, con los que tienen relaciones muy curiosas, y los dos despiertan un gran antagonismo o una gran pasión", señala el académico Cowley.

Livingstone, de 62 años, es alcalde de Londres desde que se creó el puesto en el 2000, volviendo a ganar en el 2004. Ha modernizado el sistema de transportes. Su polémica decisión de introducir un peaje para acceder al centro de la ciudad ha aliviado los problemas del tráfico. También ha potenciado el reciclado de basuras, el uso de la bicicleta y la reducción del consumo de energía.

La organización ecologista Amigos de la Tierra pidió ayer el voto para él. Con Livingstone, Londres ganó la candidatura olímpica y fue la voz que supo expresar el dolor colectivo tras el brutal atentado del 2005. Hacia los grupos religiosos y étnicos, ha mostrado un tacto que no ha tenido en política exterior. De Ariel Sharon dijo que era un "criminal de guerra", y de George Bush, "la mayor amenaza para el planeta". Acusaciones de corrupción en su equipo han salpicado su imagen.

UN RUBIO CAOTICO Johnson, un rubio despeinado y caótico, es más famoso por sus chascarrillos, líos de faldas e intervenciones en televisión que por su carrera política. Nació en Nueva York en 1964, fue educado en el colegio de Eton y después fue a Oxford. Trabajó como periodista en The Times , pero lo despidieron por falsificar una información. Más tarde fue director de la revista The Spectator , cargo que compaginó con ocupaciones como la de diputado. Fue cesado como portavoz de Cultura por mentir sobre un lío extraconyugal. Su nominación causó desconcierto entre los tories . Pero con el apoyo de la prensa de Rupert Murdoch ha logrado comerle el terreno a Livingstone.